El humor es una cualidad que permite percibir la experiencia jocosa aun cuando las condiciones de la vida son adversas. El sentido del humor es una capacidad natural de la especie humana que hace la vida más rica, placentera y deseable. La necesidad de convertir la medicina en una 'ciencia seria' ha hecho que durante los últimos siglos se dejara un poco de lado la interpretación de los estados de ánimo y sentimientos de los pacientes. Algunos profesionales temen que el humor se interprete como frivolidad, por lo cual limitan su uso como arma terapeútica. Sin embargo los estudios demuestran que el estado de ánimo influye en nuestra salud, que es importante tenerlo en cuenta y es saludable fomentar la risa y el buen humor entre los enfermos.
La risa es una expresión humana innata y una de las respuestas fisiologías al humor. Al principio los niños la utilizan como forma de comunicación y después se convierte en una conducta emocional. Según crecemos sonreímos cada vez menos: mientras los niños lo hacen 300 veces al día, los ancianos sonríen menos de 80 veces diarias. Algunas personas no sonríen nunca y no consideran que esto sea necesario. Sin embargo es evidente que el humor ayuda a comunicarse, rivaliza contra el miedo al ridículo y es un poderoso remedio contra la timidez.
Además se ha demostrado que la risa puede inducir una elevación de la actividad de los linfocitos NK y mejorar el estado inmunológico. El humor puede prevenir el dolor o nos puede ayudar a vivir con él, y un reciente trabajo ha demostrado que incluso la risa forzada mejora el estado de los pacientes.
Un equipo de investigadores estadounidenses ha constatado en un estudio reciente que la risa produce cambios en dos hormonas relacionadas con el apetito: la leptina y la grelina, y que aumenta el hambre de la misma forma que lo hace el ejercicio físico moderado.
En un estudio de tres semanas de duración, dirigido por el investigador especialista en psiconeuroinmunología de dicha universidad, Lee S. Berk, fueron analizados los efectos de la risa en un total de 14 voluntarios sanos.
Según publica la revista Eurekalert, en concreto, se examinaron los efectos de la risa alegre y de la angustia en la modulación de hormonas del organismo humano que resultan esenciales para el control del apetito.
Durante el experimento, cada uno de los participantes tuvo que ver videos de 20 minutos de duración, en los que aparecían aleatoriamente imágenes de situaciones desasosegantes (angustia) o humorísticas. Cada vez que veían algún video, los voluntarios tenían que esperar una hora para ver el siguiente, de signo contrario, con el fin de que se les pasaran los efectos de la primera visualización.
Los investigadores eligieron los primeros 20 minutos de la película “Salvar al soldado Ryan”, ambientada en la segunda guerra mundial, como video muy angustioso, y dieron a elegir a los participantes diversas opciones de videos de humor –de humoristas o de comedias- para asegurar que éstos se reían lo más posible.
Durante todo el estudio los científicos fueron midiendo la presión sanguínea de los participantes y también tomando muestras de sangre a éstos, después de cada película. A partir de dichas muestras, se establecieron los niveles en sangre de dos hormonas relacionadas con el apetito: la leptina y la grelina.
Cuando los científicos compararon los niveles de estas hormonas antes y después de la visualización de los videos, descubrieron que los voluntarios que vieron la película de Salvar al soldado Ryan no mostraban un cambio estadísticamente significativo en dichos niveles, y durante los 20 minutos posteriores.
Pero, por el contrario, los niveles de leptina y grelina en sangre de las personas que habían visto el video de humor, sí se habían visto modificados: el nivel de leptina se había reducido y el de grelina había aumentado, que es el mismo efecto que provoca el ejercicio físico moderado, a menudo se ha asociado con el incremento del apetito.
Según los científicos, estos resultados sugieren que la risa puede causar ciertos cambios en nuestro organismo, lo que podría aprovecharse para el desarrollo de futuros tratamientos para personas que no pueden hacer ejercicio físico pero que tienen que aumentar su apetito.
Por ejemplo, sería el caso de muchos pacientes ancianos que se vuelven depresivos y, en combinación con la falta de ejercicio físico, dejan de tener hambre, lo que pone en peligro su salud y su bienestar.
Neurociencia: La risa por raulespert
Una situación similar suele darse entre las personas viudas, que sufren depresión y pérdida del apetito tras la pérdida de su pareja, o en los pacientes con dolores crónicos, que pierden el hambre como consecuencia de los cambios químicos que les provoca en el cuerpo el dolor continuo.
Aunque la risa resulte inimaginable para las personas con depresión o dolor crónico intenso, lo cierto es que resulta una alternativa accesible como punto de partida para la recuperación del apetito y, por tanto, para la progresiva recuperación de la salud, explican los investigadores.
Desde los años 80, Berk y sus colaboradores se han dedicado a analizar el papel de la risa como regulador de ciertas respuestas orgánicas. Según afirma el investigador, los resultados obtenidos en sus investigaciones demuestran que nuestros comportamientos cotidianos y nuestras emociones modulan el cuerpo de muchas maneras.
Estos investigadores fueron pioneros en establecer, por ejemplo, que la risa ayuda a optimizar las hormonas del sistema endocrino, incluso reduciendo los niveles de cortisona y epinefrina (hormonas relacionadas con el estrés).
Por otro lado, los científicos también han demostrado que la risa tiene efectos positivos en la regulación del sistema inmune, porque incrementa la producción de anticuerpos y la activación de ciertas células protectoras del organismo, como los linfocitos o los linfocitos T citotóxicos responsables de la inmunidad celular e importantes para evitar la formación de tumores.
Por último, los estudios de Beck y de sus colaboradores han demostrado también que las carcajadas o risas alegres repetitivas mejoran el estado de humor, reduce los niveles de colesterol en sangre y regula la presión sanguínea.
La primera persona en sugerir que el humor y la risa podían beneficiar a la salud humana fue Norman Cousins, un profesor de medicina de la Medical Humanities for the School of Medicine de la Universidad de California en Los Ángeles, que se dedicó a investigar la bioquímica de las emociones humanas, y que desarrolló un programa de recuperación que incluía la risa y que experimentó consigo mismo, puesto que Cousins sufría una enfermedad autoinmune.
En la actualidad, existe ya todo un método de curación basado en la risa, la Risoterapia, que se está utilizando como fuente de relajación y de rejuvenecimiento, así como de tratamiento del estrés y de las depresiones; como método de adelgazamiento y de curación del insomnio o de problemas cardiovasculares y respiratorios, entre otros fines.
Fuente: redes, tendencias21
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