martes, 29 de junio de 2010

Algunos estudios curiosos sobre las relaciones personales (I)



A continuación desgloso las peculiares conclusiones de una serie de estudios y/o noticias bastante llamativas acerca de la evolución humana, el comportamiento en pareja, las influencias sociales y el comportamiento sexual de los humanos.

Hay que señalar que en muchos casos la credibilidad y el rigor científico de estos estudios no parece del todo fiable (y aunque la la metodología empleada sea buena, los resultados no parecen del todo corroborables o probados). Igualmente me parece interesante dedicarles un post, vayamos con ellas:

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Cuanto menos realista sea la idea de tu pareja, mejor será tu futuro con ella


Como destaca el psicólogo Joshua Klayman, las personas adulamos nuestras preconcepciones buscando con lupa aquello que las corrobore y procurando descartar los datos que las contradigan, a veces hasta el punto de tratar de negarlos. Y eso no es malo, sino síntoma de que el cerebro funciona bien. Sólo las personas enfermas son incapaces de autoengañarse de esta manera tan efectiva. Porque el cerebro no busca la verdad, busca sobrevivir.

En ese sentido, las relaciones de pareja deberían tener un importante componente basado en la idealización. Al menos hasta cierto punto. O las cosas pueden ser realmente complicadas.

Los psicólogos Sandra Murray, John Holmes y Dale Griffin estudiaron durante un año la felicidad amorosa de más de un centenar de parejas jóvenes. La edad media del grupo era de 20 años, y el promedio de duración de las relaciones en la época del estudio, un año y medio.

Lo habitual (y sano) es que uno se vea a sí mismo “mejor que el promedio” en toda una serie de aspectos de la personalidad. De igual modo, si consideramos a nuestra pareja de una forma aún más idealista, entonces la relación funciona mejor. Esta distorsión no es contraproducente, sino todo lo contrario. Las parejas que más se idolatran al principio seguían siendo una muy buena relación después de un año.

En el ámbito de las relaciones afectivas, afortunadamente la realidad es un concepto muy elástico y que cambia con el tiempo. Así que, después de un año, las relaciones más duraderas acabaron siendo las que tenían una visión más idealizada y benigna de las circunstancias, por encima de la concepción alta de sí mismos y del otro.

¿Pero qué sucede cuando el tiempo sigue pasando y la química de nuestro cerebro ya no nos permite contemplar las circunstancias de una forma tan positiva? ¿Qué ocurre cuando el ideal se erosiona día a día a causa de la inclemente realidad? Entonces hay que rebajar las expectativas, y todo vuelve a quedar como habíamos soñado.

Por otro lado, esta perversión de la realidad, este deslumbramiento, esta percepción exageradamente positiva del otro, tiene consecuencias que acaban siendo reales en la relación. A medida que el otro es contemplado en un altar, el otro también empieza a cambiar para mejor, como si realmente estuviera en ese altar por méritos propios.

Conforme iba durando más la aventura amorosa, cada uno iba creando al compañero, que se asemejaba cada vez más a la visión idealizada; de tal manera que los sapos que ellos veían en sí mismos se convertían en princesas o príncipes encantadores, tal como sus compañeros anhelaban.

O dicho de una forma un poco más drástica: las personas depresivas, propensas al ánimo lúgubre y desmotivador, de baja autoestima, precisamente destacan por tener una opinión muy realista de sí mismos y de los demás, como destacaron los psicólogos Shelley E. Taylor y Jonathan A. Brown. Para ser feliz, en parte, hay que vivir en el país de las piruletas.


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¿La fórmula matemática para la esposa perfecta?



Todas las teorías que incumben a nuestras elecciones más íntimas y nuestra vida privada son, simplemente por el mero hecho de ser formuladas, polémicas, ya que en el corazón no mandan ni estadísticas ni fórmulas matemáticas, pero los científicos quieren encontrar la clave del éxito en el amor. Y dicen que la tienen. Según un estudio de la Escuela de Negocios de Ginebra, la fórmula para un matrimonio feliz es la siguiente: la esposa ideal debe tener cinco años menos que su pareja, el mismo bagaje cultural y ser más inteligente que su compañero.

El estudio académico, publicado en la revista European Journal of Operational Research, estudió a 1.074 parejas heterosexuales de entre 19 y 75 años de edad, con el objetivo de localizar los factores sociales más importantes que permitían una duración larga y feliz. Según el estudio, la mujer debe ser cinco años más joven que el hombre. Además, es conveniente que tenga el mismo bagaje cultural pero, según el estudio, ha de ser un 27% más inteligente que su compañero. Mientras que es positivo para la relación que ella tenga estudios, no es necesario que él cuelgue en la pared del hogar un título universitario.

Resulta una fórmula muy extraña, pero Nguyen Vi Cao, que dirigió la investigación, asegura que si la gente siguiera estos parámetros para elegir a su pareja incrementaría en un 20% sus posibilidades de tener un matrimonio feliz.

El doctor Emmanuel Fragniere y sus colegas dicen que hombres y mujeres escogen pareja en base "al amor, la atracción física, la similitud de gustos, creencias y actitudes y los valores compartidos".

Pero afirman que valerse de "datos objetivos" como la edad, el nivel educativo y el origen cultural, "podría reducir el número de divorcios".

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Gráfico ilustrativo de la evolución del deseo sexual en hombre y mujeres


El siguiente gráfico muestra, cómo la libido de los hombres y mujeres sufre diversos cambios en el curso de su vida. El gráfico sirve para ilustrar la diferencia estimada entre la pulsión sexual de hombres y mujeres. Esto no quiere decir, que no haya excepciones. Cada persona es única. Aunque esta gráfica simplifica la situación real





Otro estudio realizado por la página OkCupid, analiza la evolución del deseo sexual y la autoconfianza en las mujeres en función de su edad y su complexión física. Veamos primero un gráfico general y luego uno más desglosado para diferentes edades de referencia (18,24, 30, 36 y 45 años)







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Precocidad sexual y nivel de estudios

Según datos del INE, a medida que aumenta el nivel de estudios, tanto en varones como en mujeres y cualquiera que sea el grupo de edad, aumenta la edad de inicio en las relaciones sexuales, diferenciándose muy nítidamente los universitarios del resto. Por ejemplo, en las mujeres de 18 a 29 años, sólo un 15% de las mujeres con un nivel básico de estudios que ya han mantenido relaciones se inició en ellas a partir de los 20 años, porcentaje que se triplica (47%) en el caso de las universitarias; en los varones de la misma edad, esos porcentajes van del 9 al 33%, una diferencia también muy notable.


Sabemos que los no universitarios forman pareja antes que los universitarios y esa podría ser una causa de peso. En parte, está vinculado al acabar antes los estudios, se comienza antes a trabajar y se empieza, por tanto, antes, a tener ingresos más o menos estables, lo que permite una "emancipación" más temprana del hogar paterno. Empezar a trabajar con 16 años es iniciarse en el mundo adulto mucho antes que si siguiese estudiando, con todo lo que ello conlleva. Más responsabilidad y más independencia, el tener más dinero y no tener que dar explicaciones a nadie.

Además el mundo del trabajo es el mundo adulto (los compañeros de trabajo suelen ser mayores), mientras que los estudiantes siguen rodeados de gente de su misma edad, con lo que tardan algo más "en espabilarse".


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