domingo, 28 de febrero de 2010

Relacionan el liberalismo, el ateísmo y la monogamia con el Cociente Intelectual

Los comportamientos políticos, religiosos y sexuales podrían ser reflejos de inteligencia según un nuevo estudio.

El psicólogo evolutivo Satoshi Kanazawa, de la London School de Ciencias Económicas y Políticas, correlacionó datos sobre estos comportamientos con el CI empleando muestras de una gran base de datos estadounidense, y descubrió que, de media, las personas que se identifican como liberales y ateos poseen CI más altos. Esta relación también se da en hombres (no en mujeres) con la exclusividad sexual. Los hallazgos se publicarán en la edición de Marzo 2010 de la revista Social Psychology Quarterly.


Dichas diferencias en el CI, a pesar de ser significativas, no son asombrosas (entre 6 y 11 puntos porcentuales) y los datos no deberían ser usados para hacer estereotipos o conjeturas. No obstante muestran como se desarrollan ciertos patrones de identificación con algunas ideologías particulares y como podrían ser los comportamientos de algunas personas.

La posible explicación para este sesgo en la monogamia, el liberalismo y el ateismo es que todos esos comportamientos van contra todo lo que podríamos esperar como “común” en pasado evolutivo. En otras palabras, ninguno de estos rasgos pudo haber beneficiado a nuestros ancestros primigenios, pero podrían estar asociados con un nivel más alto de inteligencia.

“La adopción de algunas ideas novedosas podría evolutivamente tener cierto sentido en términos de hacer avanzar a la especie”, sostiene James Bailey, especialista en liderazgo de la Universidad George Washington y no relacionado con el estudio. “También tiene mucho sentido que la gente más inteligente – las personas con mayor capacidad intelectual – fueran los únicos que hicieran algo así”.

En cuanto a por qué la monogamia no predice un nivel más o menos alto de inteligencia en mujeres, Kanazawa cree que se debe al hecho de que este comportamiento siempre ha sido una ventaja para las mujeres, incluso hace miles de años, por lo que para ellas no se trata de una preferencia “novedosa”.




Por otro lado, para los hombres, la no promiscuidad va en contra del acerbo evolutivo. Ya que nuestro objetivo biológico es el de expandir nuestros genes, por lo que los hombres primitivos solían tener varias parejas. Como una mujer permanece embarazada nueve meses, y precisa de una serie de años de cuidados para los bebés, tiene sentido que ellas buscaran un compañero regular que les aportase recursos.

El término liberal (la izquierda en EE.UU.) se usa en el estudio desde un punto de vista social, es decir se le relaciona con el interés que algunas personas pueden sentir por humanos con los que no están relacionado genéticamente y con las ayudas públicas que el estado les hace llegar. No tiene que ver con otros factores de debate común en la vida política estadounidense como el aborto, el control de armas o el matrimonio homosexual.

“Es más probable que los liberales se preocupen por unos totales extraños; los conservadores suelen preocuparse más por las personas con las que están asociadas”, comenta Bailey.

Dado que la gran preocupación de nuestros ancestros era la superviviencia de sus crías y de los suyos, el enfoque conservador – cuidar de aquellos más cercanos – encaja más que el liberalismo en nuestra imagen evolutiva, opina Kanazawa. “Preocuparse de personas extrañas es algo poco natural pera los humanos”.

El estudio encontró que la media de los adolescentes encuestados que se identificaron como “muy conservadores” tenían un CI de 95, mientras que los jóvenes que decían ser “muy liberales” tenían de media un CI de 106.

¿Ser fiel es ser "evolucionado"?

Los hombres que engañan a sus esposas o novias suelen tener menor coeficiente intelectual. De acuerdo con el autor del estudio "los hombres inteligentes son más propensos a valorar la exclusividad sexual".

Kanazawa analizó dos grandes bases de datos estadounidenses: el estudio nacional longitudinal de salud adolescente y la encuesta general social, que miden actitudes sociales y el coeficiente intelectual de adolescentes y adultos.

Al cruzar los datos de ambas investigaciones, el autor observó que las personas que daban importancia a la fidelidad sexual en una relación tenían coeficiente más alto.
Evolución

Kanazawa fue más lejos todavía y dijo que otra conclusión de su estudio es que el comportamiento "fiel" del hombre más inteligente sería una señal de la evolución de la especie. Su teoría se basa en el concepto de que a lo largo de la historia de la evolución, los hombre siempre fueron "relativamente polígamos" y que eso está cambiando.

Para Kanazawa, asumir una relación monogámica supone una "novedad evolutiva", en oposición al hombre primitivo, que era propenso a la promiscuidad.

Según este razonamiento, las personas más inteligentes tienen a adoptar prácticas más nuevas, por lo tanto, serían "más evolucionadas". El autor señala que eso se debe a que las personas más inteligentes serían más abiertas a nuevas ideas y se cuestionarían más los dogmas.

Sin embargo, según Kanazawa estos resultados no se aplican a las mujeres ya que ellas siempre fueron relativamente monógamas y por lo tanto esto no supone una evolución.

Kanazawa sostiene también que el vegetarianismo, aunque no está asociado con el CI en este estudio, también ha mostrado en investigaciones anteriores estar relacionado con un CI más alto, lo cual también encaja en la idea de Bailey de que las preferencias no convencionales son más atractivas para los más inteligentes.

Nada de esto implica que la especie humana evolucione hacia un futuro donde estos rasgos sean los comunes, sostuvo Kanazawa. “La gente más inteligente no tiene más hijos que el resto, de modo que esto no va a suceder”.

Religiosidad e inteligencia 

La ciencia tiene cada vez más claro que existe una correlación entre inteligencia y religiosidad pero es negativa: los más inteligentes tienen tendencia a ser menos religiosos. Al menos esa es la conclusión principal de una investigación que repasa todos los estudios que han analizado esta relación entre intelecto y fe desde comienzos del siglo XX.



Tres son las hipótesis que se plantean. Por un lado, el ateísmo sería una expresión de inconformismo. Los inteligentes tienen una menor probabilidad de conformarse con la ortodoxia religiosa. Una segunda posibilidad tiene que ver con las habilidades cognitivas. Al inteligente no le basta, no puede aceptar las creencias que no están sujetas a examen empírico o el razonamiento lógico. Su estilo cognitivo, más analítico que intuitivo, les hace refractarios a la religión. Esta es la tesis más aceptada en la actualidad.

Pero los investigadores apuestan por lo que llaman equivalencia funcional. Si la religión ha pervivido durante tantos milenios es porque cubre una serie de necesidades humanas. Para los autores del estudio, la inteligencia también las puede cubrir. Así, la religión permite un encaje emocional, ofrece la visión de un mundo ordenado y predecible. También ayuda a autorregular los impulsos, ajustando la conducta en pos de objetivos. Otra de sus características es que eleva la autoestima. Por último, ofrece un rincón, un sistema cohesionador que da seguridad en tiempos de incertidumbre. La inteligencia, según este trabajo, también puede prestar estos servicios.


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