Este martes salía el informe PISA 2009 elaborado por la OCDE. PISA el acrónimo de “Programme for International Student Assessment” o programa para la evaluación internacional de estudiantes y que lleva ya realizándose en varias oleadas. PISA intenta medir el rendimiento de los alumnos de 15 años es áreas clave como lectura, matemáticas y ciencias. Se busca tener una muestra representativa de estudiantes en cada país y así poder comparar las habilidades que suministra cada sistema educativo.
Y los resultados demuestran que no existen adolescentes mejor educados que los del Extremo Oriente, región que sitúa a cinco países entre los 10 lugares del mundo donde los jóvenes aprovechan más su educación. Los sistemas educativos de Oriente carburan mejor que los de Occidente con honrosas excepciones como Finlandia, Holanda o Canadá. Entre los estados europeos, el país nórdico juega aún en otra división. Sigue al frente de todos los indicadores del Viejo Continente.
Y los resultados demuestran que no existen adolescentes mejor educados que los del Extremo Oriente, región que sitúa a cinco países entre los 10 lugares del mundo donde los jóvenes aprovechan más su educación. Los sistemas educativos de Oriente carburan mejor que los de Occidente con honrosas excepciones como Finlandia, Holanda o Canadá. Entre los estados europeos, el país nórdico juega aún en otra división. Sigue al frente de todos los indicadores del Viejo Continente.
El informe arroja conclusiones interesantes. Por ejemplo, que la calidad de la educación no guarda relación con el grado de prosperidad de los países. La renta per cápita de Shanghai está muy por debajo de la de países como España o Portugal. Y sin embargo los supera por goleada en todos los indicadores (el 26.6 por ciento de los estudiantes de Shànghǎi llegan al nivel 6 (el más alto) de habilidades matemáticas).
También cabe decir que tienen mejores indicadores los países con sistemas educativos más igualitarios: naciones como Corea o Finlandia presentan la menor variación entre los resultados de sus estudiantes. Y que son muchos los países que no logran crear una elite lo suficientemente grande: hay 16 territorios en los que sólo un 1% de los jóvenes logra la máxima calificación en el índice de comprensión lectora.
Destacan negativamente los resultados cosechados por los países de América Latina, el país mejor ubicado fue Chile, en el puesto 44º, seguido por Uruguay, en el 47º. Entre 2000 y 2009, Argentina cayó de 418 a 398 puntos. Y Perú está a dos lugares de la última posición entre los países evaluados.
Se podría decir además que los índices de lectura de las chicas son mejores que los de los chicos en todos los países. En cambio, ellos son mejores que ellas en matemáticas aunque la diferencia es menor en este aspecto. Más significativas son las diferencias entre los países. A un joven de Kirguizistán y a uno de Shanghai les separa una brecha educativa que equivale a seis cursos escolares.
Veamos con detalle los resultados de cada uno de los apartados evaluados comenzando con la competencia lectora
¿Qué sucede en España?
Los nuevos resultados indican que la educación española está estancada desde hace diez años. No progresamos. Continuamos ligeramente por debajo de la media de la OCDE en las tres competencias medidas: comprensión lectora, conocimientos matemáticos y conocimientos científicos.
Dos datos deben preocuparnos. El primero es el índice de fracaso escolar en España. La OCDE había fijado como objetivo para 2010 una tasa del 10%, pero nosotros superamos el 30. El segundo, revelado por el reciente PISA, es que el número de alumnos españoles muy competentes no llega a la mitad de los promedios OCDE. Es decir, fracasamos también en excelencia.
El porcentaje de alumnos en los niveles 5 y 6, que corresponden a los rendimientos más elevados, es del 3%, frente al 8% del promedio OCDE. Es ahí, precisamente, donde se produce la mayor diferencia con la OCDE. El sistema educativo español busca la uniformidad, focaliza esfuerzos en la ayuda a las capacidades más modestas, pero no trabaja lo suficiente con los mejores de la clase, que en muchos casos acaban bajando los brazos ante la política de «café para todos» y la falta de reconocimiento del esfuerzo.
Nuestro sistema educativo prácticamente proscribe la excelencia: a partir del percentil 75 (es decir, si comparamos los resultados del 25% de los mejores alumnos de cada país) ya somos el último país de Europa, mientras que nuestro percentil 95 roza el ridículo. En España el sistema se creó con una idea de que todos somos iguales y que nuestras capacidades son las mismas, premisa errónea; somos diferentes, lo que el Estado debería hacer es dar las mismas oportunidades a todos. Lo que no tiene sentido es que alumnos alumnos sin ningún interés por el estudio dinamiten clases que no van con ellos porque se presupone que todo el mundo debe ir a la Universidad. Nuestro sistema educativo tiene desde hace décadas una traba importante, el ritmo lo marca el más lento de la clase, el alumno inteligente tiene que adaptarse a ese nivel.
La equidad educativa española consta de tres elementos: primero que ningún alumno quede por debajo de un mínimo; segundo que las circunstancias de los alumnos (especialmente las que no se pueden cambiar: sexo, raza, lugar de nacimiento, lengua materna…) no influyan gravemente en sus resultados educativos; y tercero que un alumno con capacidad e interés pueda llegar hasta donde él quiera. En el primer caso lo hacemos regular, en el tercero muy mal.
Para los buenos estudiantes la presencia masiva de repetidores destruye el ambiente de estudio necesario para que aprendan. Y este es otro dato más, también asombroso, del último informe de PISA 2009- España tiene una de las mayores tasas de disrupción del aprendizaje por las interrupciones de los alumnos. El siguiente gráfico muestra la proporción de alumnos que se encuentran en colegios públicos en los que los propios profesores consideran que el aprendizaje se ve muy afectado por las interrupciones en clase.
Las referencias internacionales de la excelencia llegan de lejos. Japón incluye un 13% de sus escolares de 15 años en los niveles 5 y 6 en comprensión lectora; Finlandia llega al 22% de alumnos de excelencia en competencia matemática, y Alemania, mete un 13% de sus escolares en niveles 5 y 6 de competencia científica.
En cuanto al nivel educativo de los padres, un alumno cuyos padres no hayan pasado de los estudios de Primaria sacó en las pruebas PISA una media de 407 puntos. Otro alumno con padres que hayan accedido a estudios superiores sacó de media 504 puntos. Cien más. Los alumnos con padres que hayan cursado la ESO o similar se quedaron en 455 puntos, y los que tengan padres con estudios secundarios posobligatorios (Bachillerato y FP), lograron 479. Las estadísticas lo dejan claro: el grado de formación y estudios de padre y madre influyen en los conocimientos que tienen sus hijos cuando llegan a los 15 años, la edad en la que PISA hace el chequeo.
El grado de formación de los padres es uno de los indicadores estadísticos de rango social, económico y cultural del alumnado español (ESCS). Hay otros, como la ocupación laboral paterna y materna. La media de puntuación del alumno con padres con baja cualificación laboral es de 455; la de los alumnos con padres con alta cualificación profesional alcanza los 512.
Otro dato que la OCDE tiene en cuenta es el número de libros que hay en cada hogar. El nivel mínimo es de 0 a 10 volúmenes, y el nivel máximo se alcanza a partir de los 500 libros. La puntuación media del alumno con nivel mínimo de libros en el hogar llega a los 402 puntos, y la de los alumnos con nivel máximo se cifró en los 526. Nada menos que 124 puntos de diferencia, lo que la OCDE calcula como «casi dos niveles de rendimiento». Y es que aunque el sistema educativo uniformice, el entorno familiar cuenta, más de lo que se cree. Variables como el nivel de formación de los padres, su ocupación profesional, el número de libros en el hogar o los recursos domésticos favorables al estudio determinan el éxito escolar en mayor medida que otros aspectos como el tipo de centro educativo, la repetición de curso o la comunidad autónoma donde se viva.
Otro dato que la OCDE tiene en cuenta es el número de libros que hay en cada hogar. El nivel mínimo es de 0 a 10 volúmenes, y el nivel máximo se alcanza a partir de los 500 libros. La puntuación media del alumno con nivel mínimo de libros en el hogar llega a los 402 puntos, y la de los alumnos con nivel máximo se cifró en los 526. Nada menos que 124 puntos de diferencia, lo que la OCDE calcula como «casi dos niveles de rendimiento». Y es que aunque el sistema educativo uniformice, el entorno familiar cuenta, más de lo que se cree. Variables como el nivel de formación de los padres, su ocupación profesional, el número de libros en el hogar o los recursos domésticos favorables al estudio determinan el éxito escolar en mayor medida que otros aspectos como el tipo de centro educativo, la repetición de curso o la comunidad autónoma donde se viva.
Nuestro estancamiento no se debe a razones económicas. Debería afrontarse como un fracaso cultural que la sociedad debe resolver. La educación de una nación, al igual que la salud, es resultado de múltiples agentes y de numerosos factores.
Evaluación General de Diagnóstico
La Evaluación General de Diagnóstico (EGD) es una evaluación de carácter nacional, coordinada por las administraciones autonómicas y cuya realización está prevista en la Ley Orgánica de Educación. Permite obtener datos representativos tanto de los alumnos y de los centros de las Comunidades Autónomas como del conjunto del Estado. Esta evaluación versa sobre las competencias básicas del currículo y se realiza en 4º curso de Educación Primaria.
El Informe PISA y la Evaluación General de Diagnóstico no son comparables entre sí ya que emplean escalas y muestras distintas. Otra diferencia importante respecto a PISA es que en este caso, el Ministerio ha evaluado a alumnos de 9 y 10 años (4º de Primaria), mientras la OCDE evalúa a alumnos de 15 años. Por lo demás, ambas pruebas evalúan competencias y no conocimientos propiamente dichos. En este caso, en las áreas Lingüística, Matemática, Conocimiento e Interacción con el Mundo Físico (Ciencias Naturales) y Competencia Social y Ciudadana.
Una vez examinadas las diferencias, se puede decir que los datos confirman los del informe de la OCDE. En este sentido, los rankings que se obtienen de una y otra prueba son significativamente parecidos. Además, se puede decir que hay un importante componente geográfico e histórico en los resultados.
De los datos se extrae que el ranking de resultados y su homogeneidad coinciden. Es decir, que las comunidades con mejores sistemas educativos son también las que presentan menos desigualdades (o las más equitativas). Una de las conclusiones de este fenómeno es que una mayor exigencia y calidad de la Educación no conducen a dejar más alumnos rezagados. Por contra, las comunidades con peores resultados son las más desiguales.
Otra consideración es la que se refiere al gasto educativo. Es cierto que influye positivamente pero hasta un cierto umbral a partir del cual otros factores como la competencia, la realización y publicación de pruebas externas, las horas lectivas y la autonomía de los centros empiezan a ser más relevantes. Por ello, los países de la OCDE líderes en Educación como Finlandia, Corea o Australia, también se encuentran en los puestos intermedios en gasto público educativo.
Las comunidades que encabezan el ranking en cada competencia son siempre las mismas siete (La Rioja, Asturias, Castilla y León, Aragón, Madrid, Navarra y Cantabria). Todas estas regiones obtienen más de 515 puntos en todas las áreas. Esta estabilidad en los resultados indica que el buen nivel educativo de algunas comunidades en un área no se produce a costa de dejar otra área desasistida; y es un indicador más de la fiabilidad de la prueba, ya que unos rendimientos muy desiguales entre materias hubieran puesto en duda el diseño de la evaluación. El grupo de cabeza está liderado por La Rioja, lo que ratifica los resultados del último Informe PISA que la destacaba como la comunidad con mejor calidad educativa. En este grupo se encuentran Castilla y León y Aragón, en tercer y cuarto lugar. Junto a ellas emergen Asturias y Madrid.
Fuentes: elmundo, blogdelifie, abc, magisnet, francisthemulenews , fedeablogs
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