miércoles, 27 de julio de 2011

La universidad española en cifras

La universidad y la sociedad requieren cada vez más disponer de datos, informaciones e indicadores que les proporcionen referencias respecto a la calidad de las enseñanzas y su adecuación a las necesidades el mercado de trabajo, de forma que puedan medirse los niveles de inserción laboral de los egresados universitarios.

Estos índices tienen un gran interés para la sociedad en general, ya que proporcionan información relevante acerca de la participación de la Universidad en su desarrollo económico. En particular, interesan a los potenciales titulados para decidir el tipo de estudios a realizar teniendo en cuenta no solamente las preferencias y capacidades personales sino también las oportunidades de empleo que les brinda cada título.

Para la realización de esta entrada hay que partir de la base de que nos encontramos ante una dificultad básica, la carencia de información oficial acerca de la inserción de los titulados universitarios a nivel nacional, ni de estudios estadísticos mínimamente exhaustivos al respecto. Si bien existen bastantes datos de su situación a nivel conjunto, como colectivo, no sucede lo mismo cuando tratamos de obtener información detallada y desglosada por cada tipo de titulación.



De ahí que buena parte de la información y estadísticas suministradas en esta entrada hayan tenido que ser obtenidas a partir de los trabajos más relevantes y detallados realizados por equipos de trabajo independientes, de diversas universidades de la geografía española durante los últimos años. En algunos casos esos estudios se realizaron antes de la crisis económica y en otros casos después, igualmente podemos apreciar que a excepción de titulaciones fuertemente castigadas por la crisis como la Arquitectura (debido al reajuste del mercado inmobiliario) o el Periodismo (afectada por la crisis del modelo periodístico previo a la era de internet) no se aprecia una variación muy relevante en la mayoría de las tasas e índices.

Uno de los estudios más importantes utilizados ha sido el denominado “Empleabilidad de los Titulados de la Universidad de Oviedo”, que se trata de un exhaustivo trabajo realizado por un equipo de la Universidad de Oviedo coordinado por Joaquín Lorences Rodríguez, que desmenuza la realidad de los recién titulados convirtiéndola en hechos y datos. Para su realización se diseñó una encuesta a la que respondieron más de 3.000  estudiantes egresados repartidos entre 34 titulaciones distintas. Se les entrevistó tres años después de haber obtenido su título universitario para conocer su situación. Para cualquier resultado referido al conjunto de titulados de la Universidad de Oviedo, el máximo error que se puede cometer no alcanza el 1%. Por titulaciones, tales errores presentan una mayor disparidad, sin embargo, los errores potenciales se sitúan por debajo del 5%.

También se ha tenido en cuenta el trabajo realizado por las universidades catalanas, la Universidad de Vigo, la Universidad de Valencia y los datos a nivel nacional obtenidos por el Programa CHEERS, en el que participaron además once países europeos y Japón. En todos los casos la metodología utilizada está basada en cuestionarios realizados a antiguos alumnos, aproximadamente tres años después de haber finalizado sus estudios.

Sin más dilación paso a mostrar las estadísticas

Ranking de empleo y tasas de ocupación

En 2010, casi el 70% de las ofertas de empleo cualificado generado en España ha solicitado titulados universitarios, frente al 30% de las ofertas que han requerido titulados de Formación Profesional.

El ránking de empleo recoge las cincuenta titulaciones universitarias y de Formación Profesional más demandadas en la prensa y en los principales portales de empleo de Internet durante el último año en España. La clasificación de las titulaciones se hace en base al número de veces que los titulados en una u otra especialidad aparecen como destinatarios de una oferta de empleo. Cuanto más solicitada es una titulación más arriba aparece en el ránking, en general las siguientes titulaciones son las que mayor demanda laboral presentan




Para realizar una correcta interpretación de los datos que se ofrecen, es necesario comparar la cifra correspondiente al porcentaje de ofertas de trabajo de cada titulación con el porcentaje de estudiantes que cursan dichos estudios.

                   


Cuando el porcentaje de ofertas sea superior al de estudiantes, las perspectivas de colocación pueden considerarse buenas o muy buenas, aunque en el ránking no ocupe los primeros puestos.



Entrando en mayor detalle y tomando como datos de referencia trabajos y encuestas realizadas a antiguos alumnos, la siguiente tabla representaría una estimación de la tasa de ocupación por titulación universitaria



Si nos centramos en el estudio realizado en Asturias, de acuerdo con la información obtenida de la muestra, la situación laboral de los titulados universitarios asturianos es homologable a la de otras universidades sobre las que se dispone de información comparable. La tasa de empleo media de los titulados por la Universidad de Oviedo, transcurridos entre dos y tres años desde la terminación de sus estudios, se eleva al 65,8%. Esta tasa es equiparable a las estimadas para otras universidades con metodologías estadísticas parecidas: Universidad Pública de Navarra 65,2%; Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, 63,3%. Adicionalmente y aunque las disparidades metodológicas son muchas, se ha estimado la tasa media de empleo de los universitarios españoles graduados tres años antes, a partir de los datos básicos con los que se elabora la Encuesta de Población Activa (E.P.A). A pesar de tales disparidades el valor obtenido es prácticamente el mismo, 65,5%.


Universidad de Oviedo



Universidad de Oviedo

Por otra parte, y en este caso, tomando como referencia los datos de Trovit Empleo, basándose en 250.000 vacantes alrededor del territorio español, la siguiente infografía refleja la oferta y la demanda de empleo por profesiones y actividades. Estas son las conclusiones:



Y si tomamos como referencia datos de infojobs



Remuneración de los titulados

Si hacemos un análisis salarial se puede visualizar fácilmente un patrón general muy claro. Los mayores salarios, por encima de 1200 euros, son mucho más frecuentes entre las carreras que tienen una tasa de empleo superior a la media

Más concretamente, de las 16 titulaciones que superan la tasa media de empleo, 10 superan también el porcentaje medio de titulados que tienen salarios superiores a 1200 euros, mientras que entre las 18 titulaciones restantes, con una tasa de ocupados inferior a la media, solamente 2 rebasan dicha media. Volvemos a recordar que estas estimaciones se han realizado a partir de datos de antiguos alumnos encuestados tres años después de haber finalizado sus estudios. 


Universidad de Oviedo

En síntesis, la relación entre salarios y tasas de empleo tiene un gran interés porque indica que, en general, las diferencias salariales entre titulaciones son consistentes con las diferencias en la intensidad de la demanda de cada tipo de titulados.

Datos de la Agencia de Qualitat del Sistema Universitari también nos indican que un 70% de los graduados en carreras técnicas cobran por encima de los 18.000 euros tres años después de licenciarse. La media de los ingresos anuales de estos licenciados es un 20% superior al de los médicos o un 30% al de aquellos que estudiaron Administración de empresas o económicas. Los resultados se basan en encuestas realizados a 136.000 profesionales, un 90% de los cuales se encuentran en el mercado laboral con un empleo y obteniendo, el 43%, unos ingresos anuales superiores a los 18.000 euros.





¿Cuánto se tarda en encontrar el primer empleo?

En este caso únicamente disponemos de la información del informe de la Universidad de Oviedo, por lo que no podemos extrapolar con tanta facilidad este resultado con el resto de las regiones y titulaciones españolas, pero igualmente consideramos que se trata de una información de referencia muy válida. Los resultados son los mostrados a continuación, para observar estos datos con mayor detalle puede consultarse la entrada de este mismo blog que aborda esta materia o dirigirse de forma directa al informe de Joaquín Lorences.

Desde la primera perspectiva, la duración mensual media de la búsqueda del primer empleo es de 8,3 meses para toda la Universidad de Oviedo, entendiendo como tal el período comprendido entre la fecha de fin de los estudios y la consecución del primer empleo para los titulados que han conseguido al menos un trabajo hasta el momento de la entrevista.

Como se puede comprobar, esta media presenta una importante dispersión entre ramas de estudio, desde los 5,2 meses en el caso de la rama de Técnicas, hasta los 10,4 meses de Humanidades.



 ¿Qué titulaciones tienen mayor tasa de éxito entre los estudiantes?


No quisiera cerrar la entrada sin aportar también la estadísitica de las tasas de éxito de las carreras más solicitadas por los estudiantes, ya que si bien no está relacionada con la inserción laboral sí que considero que se trata de una información interesante. La media general de aprobados de los universitarios españoles es del 61% de los créditos matriculados (se puede decir que los alumnos van a medio curso por año, ya que no se suelen matricular del cursos completo), pero los extremos van desde el 45% en la carrera de Ingeniería Técnica Informática, hasta el 84% de aprobados en la carrera de Enfermería, según los últimos datos, de 2008, de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas.


Para más información remitimos al lector a la entrada de este mismo blog relacionada


ANEXO: Salidas y perspectivas laborales de las titulaciones más demandadas

  


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ANEXO

Datos actualizados en base al primer mapa de empleabilidad que está elaborando el Ministerio de Educación y que se ha conocido en otoño de 2014.

Para elaborar este primer mapa de titulaciones y salidas profesionales, el ministerio rastreó los últimos cuatro años de vida laboral de más de 190.000 universitarios de centros públicos y privados de 146 titulaciones. Se trata de alumnos que acabaron sus carreras en el curso 2009-2010. 

A modo de ejemplo mostramos un cuadro resumen publicado recientemente en el elpais que analiza a los titulados en 2009-2010 durante los siguientes cuatro años desde que obtuvieron su título, es decir, el porcentaje de titulados de esa promoción (2009-2010) que estaban trabajando en el año 2011, 2012, 2013 y 2014. 



De forma ilustrativa se muestra solo el desglose en Oviedo y en la Universidad Complutense de Madrid, para acceder al detalle estadístico del resto de Universidades españolas remitimos al siguiente enlace.

 










Fuentes: Elaboración propia, elorienta, Universidad de Oviedo (Informe Lorences), aqu.cat, tusalario, uah, CHEERS, eio, Informe Adecco, El País

Innovación, competitividad y crisis

Si Unamuno levantara la cabeza y oteara el panorama científico español seguramente volvería a gritar aquella frase que a base de repetirla se ha tatuado en nuestro cerebro: '¡Qué inventen ellos!'. Un siglo después de su cita, don Miguel podría comprobar que nuestros investigadores publican más que nunca pero que, al igual que pasaba hace un siglo, eso no se traduce en riqueza. ¿Qué funciona mal en nuestro sistema? ¿Por qué estamos creando ideas que luego explotan otros? ¿Cómo se podrían generar patentes con denominación de origen?


En España en los últimos 30-40 años hemos avanzado espectacularmente. Hay muchos investigadores que publican en las mejores revistas del mundo, en este tiempo hemos creado la base de la pirámide. Pero ahora bien, la ciencia verdaderamente importante es la que se traslada a la realidad económica y eso todavía no ha ocurrido en España.

La diferencia en nuestro país entre el número de artículos científicos publicados y el número de patentes es tremenda. Eso significa que, en cierta manera, se está tirando el dinero porque se está generando mucho conocimiento y de muchas áreas diferentes... pero que acaban aprovechando otros.




Si en 2002 estábamos en el puesto duodécimo de la clasificación ISI Web of Knowledge, un sistema que evalúa el número de publicaciones y citas generadas por cada país, en 2009 habíamos ascendido al puesto noveno en términos cuantitativos (número de publicaciones) y al decimo séptimo en términos cualitativos (citaciones por publicación) a muy corta distancia de naciones como Francia o Alemania e incluso superando a Japón. Si ponemos esos datos en perspectiva desde luego no puede decirse que nuestro grado de producción científica sea deficiente sino más bien acorde a nuestro volumen y grado de desarrollo esperado.



SCImago. (2007). SJR — SCImago Journal & Country Rank.

Retrieved May 13, 2011, from http://www.scimagojr.com

El gran problema de España no es la investigación cientifica, sino la innovación tecnológica, así como la financiación de startups. La productividad en investigación no se ha traducido en una mayor transferencia tecnológica, en más riqueza. El papel mundial de España en el mundo de las patentes y en el ranking de innovación es desolador comparado con otros países de nuestro entorno como podemos observar en el siguiente gráfico



La problemática va creciendo en la medida que pasa el tiempo, ya que el GAP que nos separa de las super potencias innovadoras cada vez es mucho mayor. Proporcionalmente países como Alemania, Suecia u Holanda patentan 10 veces más productos que España. Está claro hay muchos expertos que dicen que el nivel de patentes no ha de tener reflejo con el nivel de Innovación de un país, pero las estadísticas mandan y las proyecciones de crecimiento para los próximos años basadas en el grado de competitividad van estrechamente ligadas.



Cualquier cosa que tengamos a nuestro alcance desde el teléfono móvil, nuestro reloj, el portátil, las bombillas, medicamentos, muebles, ropa, incluso la comida o un simplemente un refresco esconde un nivel insospechado de innovación y alta tecnología sea para su creación, fabricación, distribución o venta.

Cuando hablamos de la crisis y sobretodo en España, no nos damos suficiente cuenta de que nos estamos preocupando por la punta del iceberg de nuestro problema, cuando en definitiva hay que saber mirar a los lejos y pensar en el medio, largo plazo y ver realmente el gran problema en el que estamos inmersos.

Mientras los países como Estados Unidos, Francia, Alemania y Japón entre otros han invertido desde hace mucho tiempo recursos y políticas continuadas para el fomento de la investigación y la innovación, otros países como España se han preocupado más por el corto plazo y basar su crecimiento en la especulación y el dinero fácil.



El resultado es sencillo y está dando los primeros resultados, los países con un alto nivel Innovador y repercutido en número de patentes, resulta que son los que fabrican las centrales, o los que proveen las turbinas de los generadores, aviones y un largo etcétera de alta tecnología necesaria para ayudar al crecimiento a los nuevos países emergentes como China, India o Brasil, que por ellos mismos no son capaces de poseer esta tecnología.

¿Por qué, a pesar del gran número de publicaciones que hacen nuestros científicos, sus resultados no generan productos y las empresas españolas no salen a flote?, la falta de conocimiento y de convicción en las posibilidades de la ciencia española es fundamental. Hay una desconexión total entre el discurso de potenciar el I+D+i y la habilitación de unos cauces, unos mecanismos, para que engrasen el sistema y sea más fácil el trasvase del investigador a la sociedad.



Hacer mover el carro de la innovación pasa por tocar muchas teclas y establecer estrategias tanto de captación de talento, recursos, inversión, cluster, transferencia tecnológica, entre muchos otros.. y lo que suele suceder, exceptuando algunos casos, que la mayor parte de jóvenes capaces acaban marchando al extranjero, en definitiva provocando una “fuga de talento” y donde la globalización social ayuda. También hay que destacar que en España buena parte del peso de la investigación y la innovación recae en el Estado y las Universidades, comparativamente mucho más que en los países punteros en I+D. Resulta de vital importancia que el sector privado se implique en mayor medida, ya que querámoslo o no, el sector privado es el que debe ser el verdadero motor de la innovación, como sucede en Japón, USA, Alemania, Suecia o Finlandia.



Las potencias mundiales ya se está preocupando por atraer, fidelizar y potenciar a estos “genios” y sobretodo buscar la forma de rentabilizar y lanzarse al mercado rápidamente.


La innovación tiene una relación directa con el nivel de competitividad de un país, todo ello combinado con otros factores sociales, políticos y de coyuntura, pero en todo caso España no sale muy bien parada de esta mezcla explosiva de ingredientes, entre ellos el altísimo nivel de paro (sin formación) y también bajísimo nivel de productividad de nuestro país.

Fuente: Elaboración propia, scimagojr, tonimascaro.com,

lunes, 11 de julio de 2011

¿Se puede mejorar la capacidad intelectual?

En un mundo cada vez más competitivo, complejo y lleno de vertiginosos cambios, cada vez más gente desearía ampliar sus capacidades. Pero ¿realmente se puede aumentar la capacidad intelectual? A juzgar por la cada vez más variada oferta de métodos pudiera parecer que así es, enseñanza precoz de niños, métodos intensivos de aprendizaje, audios subliminales. Incluso la alta tecnología ha recogido el testigo últimamente y ofrecen técnicas que aglutinan los últimos descubrimientos (o conjeturas) en electrónica, bioquímica y neurobiología. Píldoras inteligentes, micronutrientes especiales, enseñanza asistida por ordenador… incluso pasatiempos electrónicos que prometen rejuvenecer la edad mental.


Aunque es cierto que el cerebro es muy plástico y diversos experimentos permiten que las personas aprendan a hacer cosas de forma muy solvente para las que no tienen un talento especial, lo cierto es que nunca se ha demostrado de manera clara que todo ello aumente la inteligencia sustancialmente. No hay sistemas que mejoren nuestra capacidad de pensar, aprender y recordar en grado significativo y de modo permanente. Aumentar realmente la inteligencia, o es imposible, o requiere un esfuerzo titánico desde el momento del nacimiento. La capacidad mental que nos permite resolver problemas nuevos sin tener una experiencia previa importante, lo que los psicólogos llaman inteligencia fluida, es fundamentalmente innata.

Buscar métodos para mejorar nuestro cerebro y sus procesos cognitivos sería algo mucho más fácil si conociésemos los mecanismos de la inteligencia la mitad de bien que conocemos los de la fuerza muscular, por ejemplo. Lamentablemente, lo que no se sabe de esos mecanismos de la cognición, es decir, lo que hace físicamente diferente un cerebro menos inteligente de un cerebro más inteligente y cómo hacer que el primero se parezca más al segundo, es la mayor parte. El incremento de la investigación en neurociencia de los últimos años está encontrando (lentamente) los mecanismos de la cognición. Aunque aún es mucho lo que se desconoce, se ha acumulado suficiente información sobre la base sináptica y a nivel de circuitos como para poder decir qué procesos contribuyen a la cognición. Una mayor capacidad cognitiva es consecuencia de tener más neuronas y sinapsis, mayores niveles de neurogénesis (la creación de nuevas neuronas, especialmente en el hipocampo, importante en la formación de recuerdos). Tanto la neurogénesis como la formación de sinapsis mejoran el aprendizaje, la memoria, el razonamiento y la creatividad. Además los estudios por neuroimagen muestran que los circuitos cerebrales de las personas que son muy buenas en determinadas tareas tienden a ser más eficientes (usan menos energía incluso cuando aumenta la demanda cognitiva), tener más capacidad y ser más flexibles.



A continuación, y basándonos en lo que sí se sabe, vamos a revisar, sin ánimo de ser exhaustivos, qué hacer para mejorar el rendimiento cognitivo con ciertas garantías de éxito.

Muchas de las sugerencias que se hacen para mejorar la “inteligencia” provienen de estudios observacionales. Son esos estudios en los que se toma a personas que hacen/ingieren X y se hace la pregunta “¿son las personas que hacen/ingieren X más inteligentes que las que no lo hacen/ingieren?” Estos estudios obtienen correlaciones. Y ya sabemos que correlación no es causalidad. De hecho, pocos de estos estudios aportan una relación causal, esto es, un mecanismo plausible por el cual X te haga más inteligente. Veamos algunos de estos estudios.

Efecto Mozart

Es bastante conocida por ejemplo la idea de que poner música clásica a los bebés y a los niños de menos de tres años puede incrementar la inteligencia de éstos. Es lo que se llama Efecto Mozart. La idea de este efecto surgió por primera vez en 1993 en la universidad de California. Allí, el físico Gordon Shaw y Frances Rauscher, especialista en el estudio del desarrollo cognitivo, ensayaron con unas docenas de estudiantes universitarios los efectos de una audición de música clásica: los primeros 10 minutos de la Sonata en re mayor para piano a cuatro manos, de Mozart.

El experimento reflejó una agudización pasajera de la capacidad de reflexión espacial y temporal, verificada por medio de la escala Stanford-Binet (es decir, el clásico test de inteligencia). El problema es que tal efecto sólo duró unos 15 minutos. Y nadie consiguió reproducir los resultados desde entonces. En 1997, Rayscher y Shaw anunciaron haber demostrado científicamente que los estudios de piano y solfeo mejoraban más que las clases de informática el raciocinio lógico y abstracto de los niños. El experimento se hizo con tres grupos seleccionados de jardines de infancia. Los niños del primer grupo recibieron clases particulares de piano o teclado, así como de canto; los del segundo recibieron clases particulares de manejo del ordenador; los del tercer grupo no recibieron ninguna enseñanza especial. En el test de capacidad de raciocinio espacial y temporal, los niños incluidos en el programa de piano o teclado revelaron un rendimiento superior en 34 % al de los demás. Estos resultados indicaban que la música estimula funciones cerebrales superiores, las que intervienen en actividades como las matemáticas, el ajedrez o la ciencia.


Desde entonces, es muy fácil encontrar libros que recomienden escuchar música a edades tempranas para ser listo. Música clásica, por supuesto. Incluso, en Georgia, el gobernador del Estado propuso regalar discos de Mozart a todos los niños, y en algunos manuales de divulgación se recomienda a las embarazadas que hagan escuchar música de Mozart a los fetos. Pero la realidad es que en los últimos años cada vez aparecen más publicaciones que cuestionan el supuesto fundamento científico de estos experimentos. Incluso siguiendo a rajatabla los protocolos, otros experimentos realizados con niños y universitarios no presentan los mismos resultados. Además, Christopher Chabris, psicólogo de la Universidad de Harvard, ha llevado a cabo un metaanálisis sobre el tema (una recopilación estadística de todos los estudios disponibles). Resulta que los efectos observados en los experimentos con Mozart también se observaron leyendo a Stephen King o escuchando música pop. Chabris, pues, admite que hay cierto efecto, aunque muy pequeño, y no lo atribuye a la música clásica en sí, sino al estado de excitación jubilosa producido por la audición de música o la lectura de un libro.

Smart pills

No hay nada más seductor que la idea de tomarse una pastilla para mejorar la eficiencia de nuestro cerebro. Pero ¿verdaderamente existen pastillas que sirven para ser más inteligentes? ¿Hay drogas inteligentes que detengan la pérdida de memoria y otros fenómenos inevitables del deterioro mental que acompaña a la edad avanzada?



Las llamadas smart pills, o píldoras inteligentes, llevan un buen tiempo de moda entre muchos universitarios y personas que persiguen revigorizar sus facultades cognitivas. En principio son fármacos que activan determinados aspectos de la actividad cerebral, o la oxigenación del cerebro, o la propagación de los neurotransmisores. La medicina no usa el término smart drugs, sino que prefiere hablar de nootrópicos (de “noos”, conocimiento, “que se orientan al conocimiento”). De hecho, los nootrópicos clínicos están indicados para los pacientes con lesiones cerebrales que afectan a alguna de dichas facultades, como sucede en la enfermedad de Alzheimer o el mal de Korsakoff. Sin embargo, ¿podemos deducir que lo que funciona para los impedidos del cerebro, a los sanos debe hacerlos inteligentísimos? La respuesta es desalentadora: no hay indicios de que sea así. Los únicos resultados observables se han debido al efecto placebo.

Es más, en busca de una sobrealimentación mental a menudo se obtienen efectos colaterales perniciosos: como insomnio, náuseas, trastornos gastrointenstinales, dolores de cabeza, catarro nasal. Y no se saben aún los efectos a largo plazo del abuso de estas sustancias.

Otros métodos que no han demostrado efectividad

Una revisión de la literatura existente sobre métodos para mantener o mejorar la función cognitiva encargada por los Institutos Nacionales de la Salud de los Estados Unidos, muestra que los siguientes productos/prácticas no han demostrado efectividad apreciable para la mejora del rendimiento cognitivo, aunque haya estudios individuales que puedan indicar que sí (muchos de estos productos tienen funciones esenciales para el organismo y por lo tanto deben ser consumidos en cantidad suficiente):
  • Vitaminas B6, B12, E
  • Beta caroteno
  • Ácido fólico
  • Ácido acetilsalicílico (Aspirina)
  • Omega-3
  • Estrógenos
  • Red social amplia
  • Dieta mediterránea (existe una correlación con un menor riesgo de declive cognitivo en estudios observacionales, pero esto no ha sido confirmado en estudios más rigurosos que incluían grupos de control; y además no se sabe si el presunto beneficio viene de lo que incluye o de lo que excluye.
  • Procesos o mecanismos que aumenten el riego sanguíneo en el cerebro, distintos del ejercicio físico.

Los mecanismos de la cognición y qué métodos resultan efectivos

Uno de los hallazgos más interesantes de los últimos años está relacionado con la neuroplasticidad, esto es, cómo el cerebro cambia su estructura y funcionamiento como consecuencia de su uso. La concentración tiene una capacidad espectacular para alterar físicamente el cerebro y agrandar los circuitos funcionales. En un experimento, los científicos encontraron que cuando los monos practicaban repetidamente la percepción táctil de diferencias sutiles, la región correspondiente del cerebro se expandía, de la misma forma que lo hacen las correspondientes en las personas que aprenden a tocar el violín o a leer Braille. Análogamente, una región del córtex auditivo se expande cuando se escucha una y otra vez el mismo tono. Pero, y esto es lo interesante, cuando los monos tocaban algo y escuchaban tonos simultáneamente, solamente el área cerebral que controlaba el estímulo en el que estaban entrenados a concentrarse se expandía. En otras palabras, estímulos equivalentes (sensaciones táctiles y sonidos) producen diferentes resultados, expandiendo un área o no, dependiendo sólo de a qué se presta atención.



Esto podría explicar por qué las habilidades en las que ya somos buenos no nos hacen más inteligentes: no les prestamos demasiada atención. Por el contrario, comenzar una actividad cognitivamente exigente (el baile de salón es un buen ejemplo; cognitivamente exigente no implica razonamiento mental abstracto necesariamente, como alguien pudiera pensar) es más probable que mejore la velocidad de procesamiento, refuerce las sinapsis y expanda o cree redes funcionales. Siempre que estamos practicando actividades cognitivamente exigentes estamos fortaleciendo nuestras sinapsis y creando nuevas redes funcionales, fortaleciendo en consecuencia nuestras capacidades cognitivas. Con el aprendizaje, la experiencia y el ensayo se producen cambios funcionales y estructurales en nuestro cerebro. De ahí la idea de que los ambientes estimularmente enriquecidos y que constantemente demandan nuestras funciones cognitivas producirán una mejora en el rendimiento cognitivo general. Es decir, darán lugar a personas con mejor memoria, con una capacidad de tolerar la frustración mayor, con capacidad de atender una o más cosas a la vez con menos sensación de cansancio, más capaces de planificarse, organizarse, de invertir su tiempo eficazmente, de alcanzar mayor fluidez en su lenguaje o entender mejor a las otras personas.


Uno de los fenómenos mejor establecidos de la neurociencia es que cuanto más usas un circuito, más fuerte se hace. Como resultado una habilidad en la que te concentras y te entrenas, mejora, y llega incluso a ocupar más espacio cerebral, con las consiguientes mejoras en el funcionamiento. Una consecuencia de lo anterior podría ser que el entrenamiento cognitivo (brain training) debería aumentar la capacidad intelectual. Muchos estudios confirman esto, pero con una salvedad importantísima. Entrenar tu memoria, tu pensamiento lógico o tu velocidad de proceso mejora esas habilidades, pero no hay transferencia en el brain training. Es decir, mejorar tu velocidad de procesamiento no mejora tu memoria, y mejorar tu memoria no mejora tu capacidad lógica. Pero es todavía más específico de la tarea: resolver crucigramas mejora tu capacidad para resolver crucigramas y no ninguna otra tarea.

Recientemente una investigación se ha encargado de evaluar cuidadosamente la capacidad intelectual de un gran número de participantes (aproximadamente 300) antes de que resuelvan, durante tres semanas (entrenamiento) una serie de tareas que deberían promover una mejora de esa capacidad (grupo experimental) o ser ajenas a esa mejora (grupo control) según los estudios previos. Las primeras tareas se conocen con el nombre de memoria operativa, mientras que las segundas se basan en la velocidad al responder. Las primeras son muy complejas cognitivamente, mientras que las segundas son muy sencillas.

Terminada la fase de entrenamiento se comprobaron los cambios del grupo experimental y del control en sus respectivas tareas (memoria operativa y velocidad) observándose una mejora sustancial en todos los casos. Es decir, el grupo experimental mostraba un rendimiento mucho mejor en las exigentes tareas de memoria operativa transcurridas las tres semanas de entrenamiento. Mejoras igual de sustanciales se observaron en el grupo control en las tareas simples en las que primaba la velocidad de respuesta.



Sin embargo, los incrementos de ambos grupos en una segunda evaluación de su capacidad intelectual, terminada la fase de entrenamiento, revelaron una ausencia de diferencias entre ellos. Es decir, el grupo experimental no mejora más que el control en su rendimiento intelectual después de la fase de entrenamiento. Por tanto, existe una mejora, pero el incremento no se puede atribuir a un método de entrenamiento en particular, sino a una simple exposición a situaciones de evaluación.

Quizá uno de los resultados más llamativos de esta investigación fue que las mejoras observadas expresaban una extraordinaria ‘estabilidad’. Este hecho implica que los participantes mejor situados al comenzar el entrenamiento siguen siendo los mejores al darlo por finalizado. Y a la inversa, los peor situados al inicio continúan en las posiciones más bajas al terminar. A pesar de que se produce una mejora en general, el movimiento ascendente apenas altera la posición relativa de los participantes dentro de su grupo.



¿Qué funciona entonces? A continuación tres prácticas que han demostrado que mejoran realmente el rendimiento cognitivo.

El ejercicio físico

Hablamos de ejercicio aeróbico sencillo, como andar 45 minutos tres veces a la semana. Este nivel de actividad mejora la memoria episódica y las funciones de control ejecutivo alrededor de un 20 por ciento. El ejercicio provoca la creación de nuevas neuronas en la región del hipocampo que archiva las experiencias y el nuevo conocimiento. También estimula la producción de BDNF, de neurotransmisores y de sustancia gris en el córtex prefrontal. El ejercicio estimula la producción de sinapsis nuevas, la base de la eficiencia y la capacidad de los circuitos que se refleja en una inteligencia superior. Hay estudios que afirman que el ejercicio puede hacer que un cerebro de 70 años tenga la conectividad de uno de 30 años, mejorando de paso la memoria, la planificación, el manejo de la ambigüedad y la multitarea. En definitiva, el ejercicio físico mejora la base molecular y celular general de las capacidades cognitivas, por lo que aporta beneficios más generales que entrenar específicamente la memoria o la toma de decisiones. La práctica habitual de un ejercicio aeróbico como correr, nadar o incluso caminar favorece el rendimiento intelectual, mejora el bienestar psicológico y ayuda a retrasar el deterioro cognitivo de la edad, según muestran recientes investigaciones que han analizado la relación entre actividad física y actividad cerebral. También un creciente número de estudios ha comprobado que la práctica de actividad física ayuda a prevenir el deterioro cognitivo en personas con riesgo de alzheimer y a retrasar la evolución de los síntomas en enfermos de parkinson. Estos beneficios se observan incluso en personas muy mayores y con autonomía reducida.

La meditación

Seguramente a estas alturas todo el mundo tiene claro que la meditación es beneficiosa, incluso aquellos que no la practican, pero en el sentir colectivo parece que la meditación solo aporta una pequeña dosis de relajación, de descanso del pensamiento, descanso físico, etc. Lo cierto es que sus beneficios van mucho más allá que eso

Aunque muchos científicos siguen despreciando los beneficios de la actividad meditativa en el cerebro lo cierto es que se han hecho bastantes estudios científicos sobre la meditación y se ha comprobado que benefician la actividad celular al propiciar un descanso mental y biológico en el organismo mas beneficioso incluso que el sueño. La meditación aumenta la cantidad de telomerasa que nos ayuda a enfrentar el estrés y el envejecimiento celular. Meditar aumenta el espesor de la corteza cerebral en áreas involucradas con la atención y el procesamiento sensorial. Este crecimiento no se debe a nuevas neuronas, sino que es el resultado de un sistema más ejercitado que favorece las ramificaciones y conexiones neuronales mejorando la capacidad intelectual.



También mejora nuestra respuesta ante determinadas situaciones ya que propicia una evaluación mental de los problemas y cuestiones de manera mas sosegada. El efecto en la conducta también es notable, la persona evalúa mejor las circunstancias antes de tomar decisiones bajo presión, aumenta la serenidad y el sosiego y la persona es más preactiva y menos reactiva. La meditación puede aumentar el grosor de las regiones que controlan la atención el procesamiento de las señales de los sentidos. Hay estudios que demuestran que la meditación cambia la estructura y el funcionamiento del cerebro de tal manera que los procesos son más eficientes, la base como ya sabemos de una inteligencia mejorada.

Finalmente, algunos videojuegos pueden mejorar la agilidad mental general. En general aquellos que requieran control motor, búsqueda visual, memoria de trabajo, memoria a largo plazo y toma de decisiones. Pero sobre todo deben requerir el elixir de la neuroplasticidad: concentración, específicamente la capacidad para controlar y dirigir la atención a diferentes tareas. Estamos hablando de videojuegos cuya base fundamental sea la estrategia (idealmente en tiempo real), con niveles de dificultad cada vez mayor. Hemos de señalar que pocos videojuegos cumplen estas condiciones pero que haberlos, los hay.