jueves, 29 de octubre de 2009

Oxitocina, testosterona y generosidad

El bienestar es química, se llama oxitocina, la también llamada hormona del placer, pero podemos ayudarla a corretear por nuestro cerebro. Lo primero es conocer el fundamento científico, saber que hay una serie de situaciones que nos disparan la oxitocina. Lo segundo es identificar qué situaciones nos provocan picos de oxitocina, porque quien más picos consigue, premio, más feliz y sano vive. ¿Cómo proveernos de ese elixir?

La oxitocina es una sustancia que, además de estar presente en el parto y la lactancia y sellar el amor más poderoso, es esencial en el establecimiento de buenas relaciones sociales.




Se ha visto además que la oxitocina no sólo nos produce sensación de bienestar, sino que cuando se segrega de una manera continuada produce una menor incidencia de algunas enfermedades, sobre todo de tipo cardiovascular (infartos, accidentes vasculares cerebrales), ansiedad, estrés, depresión: todas esas enfermedades que son las que definen nuestra sociedad occidental.

El amor, ya se sabe, es pura química. O pura biología. Los neurobiólogos conocen ya varios ingredientes, como la hormona oxitocina y los opiáceos, que intervienen en lo que ellos llaman apego, y saben en qué áreas cerebrales actúan. Por ejemplo en los circuitos de recompensa, que nos hacen querer más de lo que nos da placer. La cosa es simple hasta el punto de que sin estas hormonas no hay amor. Ni amor materno, ni de pareja. El cóctel químico cambia más o menos en cada caso, pero siempre está ahí. La conducta humana, incluso en rasgos tan personales como la generosidad, la confianza o la capacidad de amar, depende de unas cuantas moléculas.

La mencionada oxitocina, en concreto, parece ser una auténtica bomba de emociones positivas. En los últimos años se ha demostrado su importancia en la sociedad y la familia, tanto en animales como en humanos. Hace tres años el grupo de Paul Zak, director del Centro para Estudios Neuroeconómicos, en California (EE UU), vio que si rociaba con oxitocina a varios voluntarios, éstos se volvían mucho más dispuestos a confiar su dinero a un extraño.

¿En qué momento producimos las personas más oxitocina? No es difícil adivinarlo: en el orgasmo, en las interacciones sociales placenteras y durante el parto y la lactancia. Así que el amor materno empieza a fraguarse muy pronto, a base de hormonas. La oxitocina surge por ejemplo cuando dos personas se miran a los ojos durante un lapso prolongado, se funden en un abrazo, mantienen relaciones sexuales, o cuando escuchamos la música que nos gusta o nos hacen un masaje. Un estímulo que favorece la liberación de oxitocina es el tacto. El contacto físico aumenta la oxitocina de manera continuada.

Mirar a los ojos de tu amante no sólo es algo romántico, sino que también puede alterar para siempre el cerebro y el cuerpo. Esta sensación tan agradable que se siente se debe a la “hormona del amor” u oxitocina.

Esta hormona al liberarse, facilita conductas de vinculación entre sujetos, no únicamente entre hombre y mujer, también entre padres e hijos o entre hermanos o individuos que se relacionan afectivamente. Si estás enamorado o tienes sensaciones agradables al comunicarte con una persona especial, ya sabes que la oxitocina es la responsable de estos sentimientos que percibimos. La oxitocina es el ingrediente químico que trabaja sin descanso para el placer a través de las caricias, los besos, las miradas y todo aquello que es visible cuando dos personas se gustan.

La oxitocina está relacionada, no sólo con la conducta sexual (la oxitocina liberada en el cerebro de la hembra durante la actividad sexual es importante para el establecimiento de lazos de pareja monogámica con su pareja sexual), sino también con la maternal y la social en general. Es la responsable de los vínculos afectivos duraderos en las parejas y crea unos lazos entre ellos que se van haciendo mucho más fuertes.

Igualmente el acto de abrazar llena nuestro cuerpo de oxitocina, una "hormona del afecto" que provoca que la gente se sienta segura y confiada hacia otras personas. Además, disminuye los niveles de cortisol y reduce el estrés. Las mujeres que reciben más abrazos de sus parejas tienen niveles más altos de oxitocina y una presión sanguínea y ritmo cardíaco más bajos, según una investigación realizada en la Universidad de Carolina del Norte.

Testosterona y generosidad



Un estudio de 2007 del grupo de Zak encontró que la oxitocina aumenta la generosidad en un 80%. Pero parece ser que la testosterona bloquea el efecto de la oxitocina en el cerebro, la inhibe.

A mayor testosterona menos generosos somos, pero más intenso es nuestro interés por la equidad, incluso pagando un coste.




Las hormonas no afectan sólo a las mujeres, también los hombres se ven condicionados por ellas. Hace tiempo un estudio demostraba que por las mañanas, cuando los niveles de testosterona son altos, los agentes comerciales registraban más beneficios, pero ese estudio no pudo establecer una clara conexión causa-efecto.

Ahora Karen Redwine de Whittier College en California puede afirmar que efectivamente la testosterona hace que los hombres sean más tacaños. Esta investigadora y Paul Zak del Claremont Graduate University en California administraron testosterona a 25 estudiantes voluntarios y comprobaron el efecto que tenía en su grado de generosidad. A todos ellos se les administró además un placebo sin la hormona en una de las rondas para tener una línea base de control. Ni los participantes ni los investigadores sabían qué estudiantes habían ingerido y cuándo la hormona hasta después de haber realizado todas las pruebas.

Las pruebas consistían básicamente en jugar al juego del ultimátum. En él dos oponentes se disponen a apropiarse de un dinero procedente de un monto determinado proporcionado por los investigadores. El proponente ofrece un reparto a su antojo al otro y si el segundo acepta se queda cada uno con lo que dice ese reparto. Si el segundo no está de acuerdo con el reparto ninguno se lleva el dinero. En este caso en concreto se trataba de repartir 10 dólares y cada participante jugaba en ambos papeles con otros a través de un sistema informático que garantizaba el anonimato, tanto bajo los efectos de la hormona como sólo bajo el efecto del placebo.

Analizando los resultados, los investigadores pudieron comprobar que efectivamente la potente hormona tenía efecto sobre los resultados del juego. En promedio la testosterona producía una reducción en la generosidad del 27%, ya que la oferta del proponente al contrario caía de 2,15$ a 1,57$.

Una variedad más potente de testosterona la DHT (dihidrotestosterona) produjo un impacto aún mayor. Los hombres que portaban altos niveles de ella en sangre ofrecían sólo 55 centavos de los 10 dólares en promedio, mientras que los que tenían menos de esta hormona ofrecían 3,65$ en promedio.

Además, la DHT estaba asociada con una mayor propensión a castigar al contrario. Los hombres con altos niveles de esta hormona rechazaban ofertas de 4 dólares de los 10 del monto, mientras que los que tenían bajos niveles sólo castigaban por debajo de los 2,15$ en promedio.

Por una lado la testosterona empuja a los hombres a ser menos generosos, pero por otro los empuja a demandar una mayor parte del dinero aunque fuera pagando un coste por ello (no recibir nada) para castigar al proponente. Pero el rechazo de ofertas poco generosas hace que se fuercen repartos más equitativos.

Fuentes: neofronteras, elpais

lunes, 26 de octubre de 2009

Hacen falta cinco cumplidos para borrar la huella de un insulto

Científicamente se ha demostrado que son necesarios cinco cumplidos seguidos para borrar las huellas perversas de un insulto. Los que tienen la manía de contradecir siempre al que está delante no gozan de tiempo material para paliar el efecto perverso de su ánimo contradictor.

¿Cómo podemos aplicar en la vida cotidiana los resultados de este hallazgo experimental?, La primera conclusión que se desprende de los experimentos sobre los efectos de la contrariedad provocada por el discurso agresivo se aplica a la pareja y a todas las demás situaciones que puedan contemplarse como la vida en sociedad o la política. Antes de decirle a alguien: “Te equivocas de cabo a rabo, como siempre”, habría que pensárselo dos veces.




El efecto de la palabra desabrida es más perverso que la propia sucesión de hechos. El impacto del lenguaje es sorprendentemente duradero. Es muy fácil de contrastar con los niños de tres o cuatro años los efectos indelebles de aprender una palabra por escrito, de captar su significado plasmado mediante letras. Una actitud perversa la pueden imaginar con un dibujo sencillo –de un chimpancé empujando a otro al río o de una persona soltando una piel de plátano en la baldosa que está a punto de pisar un anciano–, pero en cuanto un niño ha aprendido a escribir “perverso” le quedará grabada para siempre esa palabra. El poder de la palabra escrita en los humanos supera todo lo imaginable.

Tal vez la palabra escrita –se empezó a practicar hace unos tres o cuatro mil años– comportaba una dosis de compromiso que nunca tuvo la palabra hablada, aunque lo pretendía: “Te doy mi palabra”, se dice. Los acuerdos contractuales son de fiar cuando se explicitan mediante un texto escrito y es recurriendo a su constancia cuando se pueden exigir comportamientos anticipados.

Lo que estamos descubriendo –ahora que científicos como el psicólogo Richard Wiseman se adentran en ello– es lo que le pasa a la gente por dentro cuando se comporta de una manera determinada. Más de un lector se preguntará, por supuesto: “¿Es posible que durante miles de años hayamos prodigado menos cumplidos que acusaciones, sin saber que estábamos destruyendo la convivencia de una pareja o de una sociedad?”. Ahora resulta que, después de años investigando las causas de la ruptura de una pareja, el porcentaje de las que desaparecen es mucho mayor cuando uno de los miembros es extremadamente tacaño en los cumplidos, costándole horrores admitir: “¡Qué razón tienes!”.

Que conste que los mismos experimentos están haciendo aflorar una sospecha centenaria. No sirve de nada mentir y buscar maneras de hacer creer al otro que compartimos su criterio, estando a años luz de hacerlo. Cuando los consultores de parejas problemáticas o en vilo aconsejan mayor recato, fórmulas que disfracen la situación real o sobreentendimientos subliminales, no consiguen engañar a nadie.

Siendo eso así, resulta inevitable preguntarse por los efectos sociales de que la mitad de la población esté siempre imputando al resto razones infundadas, perversas, interesadas para explicar su comportamiento. Será muy difícil no sacar la conclusión de que esas palabras calan hondo en la mente colectiva y acaban dividiendo en dos partes irreconciliables a la sociedad.

Fuente: Eduard Punset

sábado, 24 de octubre de 2009

Etnografía de América Latina

América Latina es la zona del planeta con mayor diversidad étnica y ofrece una amalgama de pueblos cuya presencia y porcentaje varía de un país a otro dependiendo de los movimientos migratorios recibidos a lo largo de su historia.



Aunque la region estuvo bajo el dominio colonial de los imperios español y portugués durante poco más de cuatro siglos, la población blanca fue siempre una minoría entre la mayoría mestiza/indígena y los esclavos africanos, como resultado al hecho de que al principio solo emigraban soldados, los cuales debido a los pocos prejuicios religiosos (que no raciales) que tenían y a la ausencia de mujeres blancas, tenían hijos con mujeres indígenas o sus esclavas africanas, dando paso al mestizaje. Durante el período, los hijos de colonizadores ibéricos (hijos de blancos) en el continente fueron denominados criollos, y por extensión, a todos los europeos instalados allí. A partir del siglo XIX y siguiendo a la continua indepedencia de los países latinoamericanos de sus imperios coloniales, millones de europeos emigraron a la zona, instalándose principalmente en Brasil, Argentina, Uruguay y Chile. Mientras que la vasta mayoría de la población blanca de Cuba y Puerto Rico bebe sus fuentes de España; Argentina y Uruguay recibieron principalmente italianos, españoles y alemanes; la inmigración europea en Brasil fue mucho más variada, habiendo personas de casi todas las nacionalidades europeas al igual que Estados Unidos, principalmente alemanes, italianos, portugueses, eslavos, españoles y otros grupos blancos no europeos. Por su parte Chile recibió a inmigrantes provenientes principalmente de España, Italia y Francia, además de gran cantidad de alemanes y croatas al sur del país.

A continuación se indica de forma resumida la procedencia étnica de la población de la mayoría de países de la región.



Argentina
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La actual población argentina es el resultado directo de una gran ola de trabajadores inmigrantes que ingresaron entre 1850-1950, mayoritariamente italianos y en segundo lugar españoles y del mestizaje de estos entre sí y con las poblaciones indígenas originarias, criollas, españoles de la época colonial, afroamericanos, gauchos, frecuentemente mestizados, provenientes del período colonial. Aproximadamente se estima que un 85% de la población desciende exclusivamente de europeos, principalmente, italianos y luego españoles. A diferencia de la mayoría de los países latinoamericanos, Argentina cuenta con escasa población mestiza. La fuerte inmigración europea ha influido notablemente en la composición demográfica y en la cultura del país. Las tradiciones tanto españolas como italianas, así como las de otras comunidades, permanecen fuertemente arraigadas. La inmigración italiana fue la más numerosa y formó la mayor etnia de la población argentina. Se estima que entre 15 y 25 millones de argentinos, es decir entre un 40 y un 65% de la población, tienen entre sus ascendientes a inmigrantes italianos. La causa principal de la inmigración de españoles a mediados del siglo XIX fue la pobreza, así como también el arduo servicio militar que obligaba a los soldados a prestarlo durante unos ocho años. Los lugares de procedencia fueron predominantemente Galicia (puede que hasta un 70% del total), Andalucía (15-20%), Asturias, Cantabria y el País Vasco, aunque también embarcaron de Madrid, Extremadura o las islas Canarias. El flujo inmigratorio se prolongó hasta 1952, pasando el período post-guerra.

La población cuenta también con importantes comunidades de judíos, árabes, armenios, gitanos, británicos, franceses, alemanes, polacos, rusos, croatas, ucranianos, japoneses, chinos, coreanos, paraguayos, bolivianos, uruguayos, chilenos, peruanos, brasileños, etc.

Al igual que Australia, Brasil, Canadá, Estados Unidos o Uruguay, la Argentina es considerada como un país de inmigración, es decir una sociedad que ha sido influida decisivamente por uno o más fenómenos inmigratorios masivos. Mediante la política inmigratoria el país pasó de tener una población de 1,1 millones de habitantes en 1850, para alcanzar 11,8 millones de habitantes en 1930


Brasil
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El pueblo brasileño está formado por la mezcla de diversos elementos; Indígenas, Europeos, Africanos. Los colonizadores Portugueses comenzaron a llegar a Brasil en 1500 y colonizaron el país hasta su independencia, en 1822. Con la esclavitud negra, iniciada en la segunda mitad del siglo XVI, millones de Africanos (entre 3-5 millones) de la Costa Ocidental de África fueron llevados a Brasil, hasta que el tráfico de esclavos fue prohibido, en 1850.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, millones de inmigrantes Europeos y Asiáticos comienzarón a entrar en Brasil. Durante el período de gran inmigración en Brasil (entre 1880 y 1930), entre los inmigrantes que entraron en Brasil, más de la mitad eran Italianos (35,5%) y Portugueses (29%).

Actualmente a mayoría de la población es blanca (aproximadamente el 55%), el resto de la población se conforma con una importante cantidad de pardos (mulatos, zambos y mestizos), y en menor medida de negros, asiáticos e indígenas.

En los brasileños blancos el cromosoma Y que se transmite por via paterna (de padre a hijo) es ampliamente de origen europeo, un 98%. Mientras que curiosamente el mitocondrial, de linea materna es mucho mas diverso, 33% de origen indigena, 28% africano y 39% europeo. Cerca de un 28% de los brasileños blancos tienen un ancestro africano, aunque no se note en el fenotipo, pero sorpresa causo el descubrimiento que un 32% de los blancos brasileños tiene un ancestro indigena, superando a los ancestros africanos, cosa que nadie esperaba.

Uruguay
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A finales del siglo XIX consolidó su democracia y alcanzó altos niveles de bienestar, equiparables a los europeos. Debido a esto, Uruguay comenzó a ser conocido internacionalmente como "la Suiza de América". Aproximadamente entre 1860 y 1920, tiene lugar la máxima oleada de inmigrantes, procedentes de toda Europa, pero fundamentalmente de España y de Italia. Fue tal la afluencia de inmigrantes, que prácticamente ahogaron a la población preexistente. Cambió la fisonomía del país, y hasta la memoria: bien avanzado el siglo XX, era más frecuente encontrar personas que todavía recordasen a "sus abuelos inmigrantes bajados del barco" La mayor parte de la población es de ascendencia europea (88% aprox.), mayoritariamente descendientes de colonos españoles e italianos, éstas migraciones se dieron mayormente durante los siglos XIX y XX . Las inmigraciones francesas, alemanas (provenientes del norte de Alemania) y portuguesas colaboraron en la configuración de una población relativamente homogénea. En escasa minoría también viven los mestizos (8% aprox.), mezcla de los charrúas y europeos. No hay población indígena pura. También hay descendientes de esclavos provenientes de África durante el período colonial (4% aprox.).

Venezuela
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Los venezolanos poseen una combinación rica de herencias. A partir del período colonial se mezclaron indígenas, españoles y africanos, y hoy en día la mayoría de venezolanos tiene ascendencia mestiza y/o mulata —74% de la población—, descendientes de blancos —mayormente europeos representan un 17% de la población—, afrodescendientes —3%—, e indígenas, con apenas un 3%. Durante la colonia y hasta las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, gran parte de los inmigrantes europeos a Venezuela provenían de las Islas Canarias, y su impacto cultural fue significativo, influyendo en el desarrollo del castellano en el país y en su gastronomía y costumbres.

México
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México es étnicamente diverso. Aunque no hay estadística oficial para la identidad étnica del país, se estima que alrededor del 75% de la población es mestiza, y el 10% es puramente amerindio. Los blancos constituyen el 13% de la población, donde se destacan principalmente descendientes de españoles, franceses, italianos, alemanes y judíos mientras que otros grupos étnicos constituyen menos del 2% de la población total.

Ecuador
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De población étnicamente diversa, siendo la de origen mestizo el grupo más numeroso y representativo del ecuatoriano común, constituyendo éste el 55% de la población actual. Los amerindios, pertenecientes a diversas nacionalidades o agrupaciones indígenas representan alrededor del 20%. Los caucásicos, en su mayoría descendientes de españoles como también de otros europeos conforman el 15%. El resto de la población se compone de mestizos negros y afros que conforman el 6% del total de la población, estos se encuentran concentrados principalmente en el norte del país.


Colombia
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El grupo étnico más numeroso de Colombia es el mestizo, que conforma el 58% del total de la población. El segundo grupo es el de los blancos con 20%, seguido por el afrocolombiano que con el 20,6% representa la tercera población negra más grande de América, después de los Estados Unidos y Brasil.

La diversidad étnica en Colombia es el resultado por tanto de la mezcla de amerindios, colonos españoles y afrodescendientes.

Peru
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El Perú es una nación multiétnica formada por la combinación de diferentes grupos a lo largo de cinco siglos, donde destaca una mayoría indomestiza. Las poblaciones indígenes habitaron el territorio peruano por varios milenios antes de la conquista por los españoles en el siglo XVI; principalmente debido a enfermedades infecciosas su población disminuyó de un estimado de 9 millones en la década de 1520 a alrededor de 600.000 en 1620. Durante el virreinato, españoles y africanos llegaron en gran número, mezclándose ampliamente entre ellos y con la población nativa.

Se estima que alrededor del 45 por ciento de los habitantes del Perú son indígenas, quechuas y aymaras, algunos de los cuales son descendientes de los incas; el 37 por ciento del país lo conforman los mestizos, mezcla de blanco (principalmente español) e indígena; alrededor del 15 por ciento son descendientes de europeos. Existe también de forma minoritaria población negra y mulata originaria de África.

Porcentaje de población amerindia


Bolivia
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Bolivia es un país que podría catalogarse como de mayoría indígena (60%), de la misma forma que otros países de América Latina con una extendida población amerindia, existe también una población identificada a sí misma como mestiza de cerca del 30% aunque no pocos fenotípicamente podrían ser catalogados como amerindios "puros". Una pequeña proporción de población de origen europeo de alrededor de 5% (español, francés, balcánico, alemán, italiano y otros) se ubica en las zonas bajas orientales del país.

Chile
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En Chile, el Estado no hace clasificaciones étnicas de la población, pero existen investigaciones que consideran que el grueso de los chilenos pertenece a dos grandes grupos étnicos, blancos y mestizos, que juntos constituyen alrededor del 95,4% de la población. Existen variaciones respecto a las estimaciones de los porcentajes de blancos y mestizos en Chile, ya que no existen datos oficiales ni criterios uniformes para realizar estos estudios. De acuerdo a las estimaciones de Lizcano (2005), la población blanca correspondería a un 52,7% de los chilenos, mientras que la población mestiza a un 44%.

Paraguay
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La población del Paraguay es heterogénea: indígenas de ascendencia guaraní, mestizos y criollos europeos, en su mayor parte de ascendencia española, casi el 95% por ciento de la población es mestiza, descendiente de la mezcla de español e indígena guaraní principalmente.

Cuba
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Cuba es una sociedad multirracial con fuertes orígenes en la península Ibérica y en el continente africano. Actualmente el 65% de la población es blanca y aproximadamente el 35% es negra o mulata.

Fuente: Elaboración propia, Wikipedia

viernes, 23 de octubre de 2009

Tocando fondo...

21 millones de personas en el mundo sufren depresión, un trastorno mental que convierte la vida en un mar de tristeza, desánimo y desesperanza. Científicos y expertos en salud psíquica trabajan para inventar y desarrollar terapias eficaces que nos ayuden a combatir esta plaga que aumenta día a día.

El escritor ruso León Tolstoi tenía fama de ser un autor exhaustivo. Las más de mil páginas que ocupan cada una de sus novelas Guerra y Paz o Ana Karenina (en todas las ediciones) lo atestiguan. Sin embargo, en el ensayo Mi confesión habla de su crisis depresiva y consigue describir esta enfermedad con tres certeras frases: “Mi vida se había detenido de golpe. Podía respirar, comer, beber, dormir. En realidad, no podía evitar hacerlo, pero no había una vida verdadera en mí”.

Tolstoi escribió este texto en 1887, y hay referencias a la depresión en multitud de épocas y lugares, sin embargo, hay quien la considera la enfermedad del futuro. Basta un apunte: según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud, se espera que en 2020 la depresión sea la causa principal de discapacidad en todo el mundo.



En cualquier caso no es necesario proyectarnos tanto. Las cifras del presente hablan de la importancia de este doloroso trastorno psicológico: nada menos que 121 millones de personas en el mundo sufren depresión, según la OMS. Sólo en atención primaria, se calcula que entre el 5% y el 10% de los pacientes que acuden a un médico padecen esta dolencia. Y si hacemos un estudio más detallado, veremos que en nuestro país un 14% de los individuos ha convivido con este mal en algún momento de sus vidas.

Esas serían las cifras si únicamente nos concentramos en los problemas producidos por la enfermedad en sí. Pero en salud mental, la depresión es un factor omnipresente que interactúa con muchos otros males. Un ejemplo: en un reciente estudio, realizado por la OMS con más de 24.000 personas de 60 países, se desprende que entre el 9% y el 23% de los afectados por una enfermedad crónica padece, además, un trastorno depresivo. El trabajo, publicado en la revista médica británica The Lancet, señala también que esta combinación es más perjudicial para la vida psíquica que, por ejemplo, el hecho de padecer dos o tres enfermedades crónicas de forma simultánea.



¿Pero cómo definir la depresión? La precisión es esencial para que el diagnóstico no resulte alarmista. Por un lado hay que señalar que el ser humano convive con la melancolía y la aflicción, que en ocasiones son sentimientos inevitables y necesarios. De hecho, como decía Charles Darwin, “la tristeza (…) es una buena forma de adaptación que ayuda a que una criatura se cuide a sí misma contra cualquier peligro grande o repentino”. Por eso es importante aclarar, en primer lugar, que sentirse triste o melancólico no es una enfermedad mental ni equivale a sufrir de depresión. Sólo cuando estos sentimientos se prolongan o se agravan pueden empezar a ser valorados como patológicos, e incluso entonces estos estados afectivos tendrán que ir acompañados de otros síntomas para que sean calificados como tales.

El Comité para la Prevención y Tratamiento de las Depresiones (PTD) define la depresión como un síndrome que agrupa síntomas somáticos y síntomas psíquicos en torno a un núcleo central. El centro de esta enfermedad sería la tristeza patológica, la pérdida de impulsos y la sensación de vacío. Según el CIE-10 y el DSM-IV –los manuales de diagnóstico más corrientes–, la depresión es un trastorno mental afectivo caracterizado por la presencia de síntomas como la tristeza, la pérdida de interés y la incapacidad para experimentar sentimientos de placer. Durante un episodio depresivo típico disminuyen la capacidad para disfrutar, la energía vital, el interés y la concentración. Cualquier esfuerzo, por nimio que sea, nos hace sentir cansados. También se sufren trastornos del sueño –dormir mucho más de lo habitual o padecer insomnio– y de la alimentación –comer compulsivamente o perder el apetito–. Además, la enfermedad afecta a la autoestima, se pierde confianza en uno mismo y aparecen sentimientos de culpabilidad.

En cuanto a su intensidad, los episodios depresivos pueden ser, según la OMS, leves, moderados o graves. Se considera leve cuando el paciente puede llevar a cabo la mayoría de sus actividades diarias; es moderado si tiene grandes dificultades para continuar con su vida cotidiana; en un caso grave, la mayoría de los síntomas están presentes de forma intensa y la idea de suicidio o autodestrucción se hace frecuente.

Las investigaciones actuales hablan de una interacción entre varios factores como causa de la enfermedad. No existe ninguna variable que explique completamente una depresión. De hecho, se tiende a hablar de relaciones causales que actúan como un círculo vicioso.

Un ejemplo de estas cadenas que se alimentan a sí mismas puede partir de la vida poco estimulante que a veces llevan las personas que sufren este síndrome. Si alguien carece de estímulos y su patrón de personalidad hace que tienda a echarse la culpa de lo que le ocurre, caerá en un estado de ánimo melancólico. La tristeza y el pesimismo le llevaran a pensar de forma negativa acerca de los que le rodean y a actuar dando por hecho que los va a perder. El fatalismo hacia los demás funcionará como profecía autocumplida y llevará a la persona a una vida más carente aún de estímulos. Esta cadena relacionaría factores de conducta (vida poco estimulante), de personalidad (tendencia excesiva a la responsabilización), emocionales (tristeza), cognitivos (pesimismo) y de habilidades sociales (poco empeño a la hora de conservar relaciones) en un círculo que se iría agrandando a medida que se repite. Según sus partidarios, esta teoría de los círculos viciosos explicaría el aumento de la incidencia de la depresión, ya que para las generaciones pasadas era más fácil quebrar el círculo. Por ejemplo, en las sociedades colectivistas era raro permanecer aislado y sin estímulos; la familia o los amigos rompían la cadena depresiva por ese punto y la enfermedad no se llegaba a agravar. Hoy vivimos en una sociedad individualista que tiende a perpetuar esas cadenas que se retroalimentan.



Los factores implicados en el ciclo depresivo pueden ser genéticos, bioquímicos, neuroendocrinológicos, neurofisiológicos, psicosociales, de personalidad y ambientales. Respecto a los genéticos, algunas investigaciones señalan que el riesgo de la enfermedad aumenta en individuos con un progenitor o un hermano depresivo, y los estudios con gemelos monocigóticos apuntan que, si uno de ellos está diagnosticado de depresión mayor, la probabilidad de que el otro la sufra es del 50%. Debido a estos indicios, se está llevando a cabo una investigación en varios países sobre los genes que predisponen al riesgo de padecer depresión y trastorno bipolar.

Por otro lado, se ha demostrado que la bioquímica del cerebro juega un papel significativo en los trastornos depresivos y que las personas con depresión grave tienen un desequilibrio de las sustancias conocidas como neurotransmisores. Por ejemplo, la noradrenalina, que aumenta la excitación y mejora el estado de ánimo, es sobreabundante durante la fase maníaca del trastorno bipolar y escasea cuando llega la etapa depresiva. Eso también ocurre con la serotonina y por eso los fármacos antidepresivos tienden a aumentar el suministro de noradrenalina y serotonina, y a bloquear su recaptación o descomposición química.

Las alteraciones neuroendocrinológicas más relevantes han sido detectadas en relación con las llamadas depresiones endógenas, que son aquellas debidas a algo que viene de nuestro interior, sin causa externa aparente. Se ha observado que los pacientes que la sufren no experimentan la elevación habitual del nivel de hormonas tiroideas y su glándula pineal segrega menos melatonina. Estos dos factores explicarían en parte los problemas de insomnio causados por este trastorno. Otra sustancia que aparece frecuentemente en los estudios es el cortisol, generado por la glándula pituitaria: el 50% de pacientes con depresión grave presentan un alto nivel.

La investigación en el área neurofisiológica se ha centrado en los hallazgos observados mediante el electrocradiograma (EEG) tradicional o el EEG computerizado, los estudios de las fases del sueño y los de potenciales evocados.

Tampoco hay que olvidar los factores psicosociales. Algunas personas caen en la depresión sin motivos aparentes, pero otras veces surge a raíz de alguna circunstancia difícil, como la muerte de un familiar próximo o de un amigo, una enfermedad crónica, problemas interpersonales, dificultades financieras, un divorcio..., hechos que pueden ocasionar síntomas que sostenidos a lo largo del tiempo acaban desencadenando una depresión clínica.

Respecto al factor de personalidad, hay que decir que las personas con esquemas mentales negativos, baja autoestima, sensación de falta de control sobre las circunstancias de la vida y tendencia a la preocupación excesiva son más propensas a padecer depresión. Un ejemplo muy estudiado son los patrones cognitivos: las personas deprimidas tienden a explicar los hechos malos como algo estable –“va a durar toda la vida”–, global –“va a afectar a todo lo que hago”– e interno –“ha sido culpa mía”–. Expertos como Lyn Abramson, de la Universidad de Wisconsin-Madison, mantienen la teoría de que el resultado de estas atribuciones pesimistas, hipergeneralizadas y culpables es un sentimiento de desesperanza depresivo. Si creemos que nuestra tristeza no se puede cambiar, afecta a toda nuestra vida y es responsabilidad nuestra, iniciaremos uno de esos círculos viciosos que llevan a la enfermedad.

Por último, no hay que olvidar las causas ambientales: una vida poco estimulante en cuanto a relaciones, amistades, trabajo, familia... es un factor que puede llevar a la depresión.

La depresión es considerada generalmente una enfermedad femenina, ya que el número de mujeres supuestamente afectadas por esta condición supera al de los hombres en una proporción de 4-2. Las investigaciones demuestran que las mujeres tienden a interiorizar la angustia, en tanto que los hombres suelen exteriorizarla. Es más probable que las mujeres busquen a alguien con quién hablar de su problema y soliciten ayuda cuando están deprimidas. En cambio, los hombres deprimidos suelen ser menos tolerantes al dolor interno, por lo que recurren a una acción o sustancia en la búsqueda de un alivio. Buscan el aislamiento; se apartan de sus seres queridos.

La negación de la depresión dificulta el diagnóstico y en términos concretos esto se traduce en que los hombres tienden a consultar menos que las mujeres, puesto que les cuesta mucho mas reconocerse como depresivos, debido a que muchos interpretan estos síntomas como un signo de debilidad, lo cual resulta un motivo de vergüenza.

El reto de los tratamientos actuales es romper la cadena por alguno de sus eslabones. Muchos investigadores lo creen, aunque debido a la compartimentación de la ciencia, cada científico intente romper el círculo en el punto en que es experto. Por eso hay métodos para salir de la depresión desde la bioquímica, desde lo psicosocial, desde la genética… Lo importante es detectar los puntos de ruptura y trabajarlos poco a poco porque de la depresión se puede salir. Para Winston Churchill, la enfermedad era un “perro negro” que de vez en cuando le perseguía. Abraham Lincoln era tan retraído y pensativo de joven que sus amigos temían que se quitara la vida. Y Bertrand Russell afirmaba en su autobiografía que no se suicidó porque quería aprender más matemáticas. Todos ellos lucharon contra la depresión y rompieron el círculo.

Fuentes: documania, muyinteresante

jueves, 22 de octubre de 2009

¿Bienestar?, uno de cada cinco españoles está debajo del umbral de pobreza

Los políticos españoles se vanaglorian de la existencia del denominado Estado de Bienestar en España. Pero en ¿qué se traduce tal concepto en la vida real? La cuestión es que el tan empleado Estado de Bienestar se materializa en la práctica en un elevalo volumen de pobreza en España, a la vista de los últimos datos publicados por el INE.

A mediados de 2008, el 19,6% de la población residente en España estaba por debajo del umbral de pobreza relativa, medido éste sin considerar la posesión de vivienda (el inmueble en el que reside una familia).

Por edades, la tasa de pobreza se situaba en el 16,7% de las personas comprendidas entre 16 y 64 años, mientras que este índice se dispara hasta el 27,6% en el caso de los mayores de 65 años.

Sin embargo, el dato más llamativo es el de la distribución geográfica de la pobreza en España. Así, Extremadura, con un 38,4%, y Andalucía, con un 28,9%, presentaban en 2008 las mayores tasas de pobreza del país. Y ello, pese a las ingentes transferencias de dinero que reciben gracias al sistema de financiación autonómica vigente. Por el contrario, las comunidades con menor proporción de población por debajo de dicho umbral fueron la Comunidad Foral de Navarra (6,5%) y el País Vasco (8,5%).




La tasa de "pobreza relativa" es el porcentaje de personas que está por debajo del umbral de pobreza. El INE expresa el valor del umbral de pobreza como un determinado ingreso equivalente de la persona medida en euros. Esto quiere decir que una persona con unos ingresos anuales por unidad de consumo inferiores a este umbral se considera que está en la "pobreza relativa".

El valor del umbral de pobreza, expresado como ingreso total del hogar, depende del tamaño del hogar y de las edades de sus miembros -esto es, el número de unidades de consumo-. Se obtiene multiplicando 7.753,3 euros por el número de unidades de consumo del hogar.

Por ejemplo, para un hogar de un adulto el umbral es de 7.753,3 euros, para un hogar de dos adultos es de 11.630 euros (5.815,0 euros por persona), para un hogar de dos adultos y un menor de 14 años es de 13.955,9 euros (4.652 euros por persona), para un hogar de dos adultos y dos menores de 14 años es de 16.281,9 euros (4.070,5 euros por persona), y así progresivamente.

Población en situación de precariedad


Recientemente otro informe elaborado por el Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha) ha informado que el número de españoles que viven con mil euros al mes o menos asciende a 17.710.132. Esta cifra se ha incrementado en 1,3 millones de personas desde que comenzó la crisis allá por 2007.

Y no queda ahí la cosa. Como consecuencia de ello se ha producido un repunte en la tasa de precariedad, que mide el porcentaje de núcleos familiares que se ven obligados a vivir con unos ingresos anuales inferiores a 12.000 euros, del 40 % al 43,7 %. Así, según Gestha, en España hay más de 20,6 millones de personas que viven en situación de precariedad, dos millones más que al inicio de la crisis.

Porcentaje de núcleos familiares que se ven obligados a vivir con unos ingresos anuales inferiores a 12.000 euros


SITUACIÓN EN EUROPA


Eurostat, la agencia estadística  de los 27, acaba de publicar que en 2011 el 24,2% de la población está en riesgo de caer en situación de pobreza o de exclusión social. Es decir, por encima del 23,4% del 2010 o del 23.5% de un año antes, lo que refleja el fracaso de las políticas públicas de integración. En total, casi 120 millones de europeos viven en esa situación.

Ahora bien, si se incluyen las transferencias sociales destinadas a evitar la exclusión social y la pobreza relativa, el resultado es diferente. En este caso, el porcentaje baja hasta el 16,9%. O lo que es lo mismo, casi 17 de cada 100 europeos están en una situación verdaderamente comprometida con riesgo de situarse al margen del sistema en términos económicos.

Tras países están en cabeza, Bulgaria, donde el 22,3% de la población se encuentra en esa situación. Rumania, el 22,2%, y España, el 21,8%.  En este último caso, se trata de un sustancial aumento respecto del 20,7% registrado en 2010, si bien, según el INE, este porcentaje habrá descendido hasta el 21,1% en 2012.



 
No se trata de pobreza absoluta, sino que el nivel de ingresos de las personas es inferior al umbral del 60% de la mediana de la renta por unidad de consumo. La cuantía para determinar la pobreza, por lo tanto, varía en cada país y en función de cómo evolucionen los ingresos medios. Alguien puede ser pobre en un Estado y no en otro. Y viceversa. Un pobre de Suecia, por ejemplo, es un rico en Rumanía.

En sentido contrario a España y a las otras dos exrepúblicas soviéticas se encuentran Chequia, Holanda y Austria, donde el riesgo de exclusión social se sitúa en todos los casos por debajo del 13%, lo que refleja una menor desigualdad social.

Según Eurostat, nada menos que el 8,8% de la población está privada de bienes materiales de una forma severa. Es decir, no puede afrontar el pago de sus deudas, mantiene de forma deficiente su vivienda por falta de recursos o no está en condiciones de disfrutar una semana de vacaciones fuera de casa. En el caso de España, el porcentaje  baja hasta el 3,9%.

Más débil, más bajo, más lento...

Según un estudio antropológico, Bolt, Sotomayor o Gebreselassie no marcan ningún límite humano.

Solemos pensar que la raza humana es una especie en constante evolución y que actualmente somos más rápidos, más fuertes y más resistentes de lo que jamás fueron nuestros antepasados. Sin embargo, los máximos exponentes de nuestras capacidades físicas no aguantan la comparación con épocas anteriores, según un detallado estudio elaborado por el antropólogo australiano Peter McAllister. Pese a sus registros estratosféricos, el jamaicano Usain Bolt no es el ser humano más rápido que jamás haya pisado la Tierra. Los 2,45 metros de Javier Sotomayor en altura no le convierten en el mejor saltador de la historia. Y Haile Gebreselassie, plusmarquista mundial de maratón, no es ningún referente en las largas distancias. Créase o no, el antropólogo australiano Peter McAllister refuta cualquier teoría y embate contra la ola de plusmarcas del atletismo moderno al afirmar que “el hombre actual tiene el peor estado físico en la historia de la humanidad” incluidos los deportistas de elite a nivel internacional. "Formamos parte del más decadente grupo de hombres que haya caminado sobre la tierra, somos inferiores a nuestros antepasados, especialmente en la carrera y el salto"



El título del libro de McAllister, de reciente lanzamiento, no deja lugar a segundas lecturas: 'Mantropología: la ciencia del inadecuado macho moderno'. Sus conclusiones, basadas en el estudio detallado de restos fósiles humanos, de huellas conservadas en lo que hoy es roca sólida y de evidencias históricas palmarias, son devastadoras: el hombre actual, pese a haber ganado en estatura respecto a épocas pasadas, es el más enclenque y escuchimizado de todos los tiempos.

La velocidad

Bolt, cronómetro en mano, es capaz de alcanzar una velocidad punta de 45 kms/hora y una media de 37 kms/h. El antropólogo, establecido en la universidad inglesa de Cambridge, ha analizado las huellas, hoy fosilizadas en el lecho de un río, de un grupo de cazadores aborígenes que vivieron en Australia hace unos 20.000 años. Según se desprende de la profundidad y separación de las mismas y del tipo de suelo, originalmente la orilla fangosa de un lago, aquellos hombres corrían a 37 kms/h. McAllister considera que, con la tecnología actual –piso de tartán y zapatillas de clavos–, aquellos aborígenes superarían holgadamente los 45 kms/hora. Es más: nada le hace creer que aquellos cazadores perseguían fueran al máximo de sus posibilidades.



La altura

Ni siquiera hay que remontarse a los fósiles para desmitificar los legendarios 2,45 m. de Sotomayor. McAllister asegura en su libro que los hombres de algunas tribus del centro y este de África saltan más en sus ritos de iniciación, y remite a unas fotografías tomadas por un antropólogo alemán de unos jóvenes tutsi de Ruanda a principios del siglo XX en las que se aprecia cómo saltan 2,52 metros. No lo hacía sólo uno; lo hacían todos porque era una manera de demostrar su hombría en un rito crucial en el que dejaban de ser niños para convertirse en hombres. Todos ellos llevaban saltando desde la infancia, conscientes de que debían superar esta prueba en su adolescencia tardía.

La fuerza

McAllister vuelve a remontarnos a la Prehistoria para demostrar que los forzudos actuales no resistirían en pie ante rivales de otros tiempos. Y en el libro enfrenta al hombre más fuerte de la actualidad con... una mujer. Una Neanderthal fémina tenía un 10% más de masa muscular que un varón actual. Si a eso añadimos que tenía un antebrazo más corto y fornido, habría vencido sin problemas a cualquier luchador de nuestra época en términos de fuerza bruta.

En el libro hay más ejemplos, todos vergonzantes para nuestra orgullo contemporáneo. Cuando estaban en campaña, las legiones romanas cubrían en cada jornada unos 60 kms. –el equivalente a una maratón y media– cargados con más de la mitad de su peso corporal en equipamiento, los remeros de las naves griegas batían palas mucho más incómodas y pesadas que las del mejor remero actual y los aborígenes australianos volvían a dejar patentes sus capacidades atléticas enviando lanzas de madera dura a más de 110 metros de distancia (Jan Zelezny, plusmarquista mundial de jabalina, llegó a un máximo de 98,48 m.).

¿Por qué este declive físico? La conclusión de McAllister es obvia: el sedentarismo y la buena vida. Antes ser robusto, rápido y ágil era fundamental para la supervivencia; quien no lo era, no cazaba y se moría de hambre. Cuando el hombre se convirtió en agricultor primero y, sobre todo, tras el bienestar que comportó la revolución industrial, otras capacidades sustituyeron al físico como prioridades, haciendo que se perdiera masa y fibras musculares de manera acelerada.

Las mujeres lloran cuatro veces más que los hombres

Algo que se intuía ha quedado ahora científicamente demostrado: las mujeres lloran casi cuatro veces más que los hombres. Así se lee en un informe que acaba de publicar la Sociedad Alemana de Oftalmología, los especialistas por antonomasia en todo lo que tiene que ver con los ojos.

En el estudio, los oftalmólogos llegan a la conclusión de que hasta la edad de 13 años, niños y niñas lloran más o menos con la misma asiduidad. Pero luego. la cosa cambia: los hombres derrochan lágrimas entre 6 y 17 veces por año, mientras que las mujeres los hacen nada menos que entre 30 y 64 veces.

Y las féminas no lloran sólo más frecuentemente, sino también durante más tiempo: un promedio de unos seis minutos, mientras que los hombres no pasan de cuatro.

Con respecto a las razones, se llega a la conclusión de que las mujeres lloran cuando creen tener demasiados defectos, se hallan ante conflictos de difícil solución o recuerdan tiempos pasados. A los hombres, por el contrario, lloran más por compasión, por ejemplo en el cine, o cuando una relación sentimental termina en fracaso.



¿Por qué lloramos?

Se ha descubierto que las lágrimas emocionales, contienen gran cantidad de manganeso y de la hormona prolactina. Llorar, produce que el cuerpo se libere de estos componentes y disminuya la depresión emocional; mucha gente ha declarado que llorar les hace sentir bien y les calma cuando están tristes, y esto es en parte debido a la química y las hormonas que liberamos al llorar. También puede resultar de utilidad en el campo de las relaciones humanas. Cuando vemos a alguien que está triste y llora, tenemos mayor certeza de su tristeza y es más fácil que empaticemos con esa persona.

Para llorar, necesitamos una estímulo emocional como puede ser el dolor o la pérdida del amor, que serían externos. Internos, serían debidos a los pensamientos y resoluciones que tendríamos acerca de nuestra vida o la de los otros.

En los recien nacidos, el llorar sirve para reclamar la atención de los padres, así que es una forma de calmar las situaciones negativas, como el hambre. Los recién nacidos dejan de llorar a los 10 meses por estar solos, y empiezan a desarrollar el hábito de empezar a llorar cuando están en compañía, ya que lo convierten en un sistema manipulativo hacia los demás.

La prolactina contribuye al número de veces que llora una persona. La prolactina está presente en la sangre y las lágrimas, y es más frecuente en las mujeres que en los hombres. Los conductos lacrimales de la mujeres tienen una forma ligeramente diferente a los del hombre, lo cual podría ser una causa o un efecto del nivel superior de lloros. Además, las personas deprimidas pueden llegar a llorar cuatro veces más que las personas que no lo están, y dos tercios de las personas diagnosticadas con depresión son mujeres.

Fuente

miércoles, 21 de octubre de 2009

¿En qué países del mundo hay más universitarios?


En el conjunto de los países de la UE-27, se observa que el grupo de los jóvenes con edades entre 25 y 34 años es el que cuenta con el mayor nivel educativo. De hecho, un 30% de los jóvenes tienen estudios universitarios frente a tan sólo un 19,4% en el grupo de edad entre 45 y 64 años, lo que es una clara señal del progreso que se ha conseguido en materia educativa. Las mujeres son las que logran una mayor tasa de titulación académica: en España el 44% de las mujeres han cursado estudios terciarios frente a un 34% entre los hombres (para el grupo de edad 25-34 años).



Si analizamos el nivel educativo de los jóvenes en Europa lidera el ranking Irlanda con una tasa de universitarios que ronda el 45%. Finlandia, Dinamarca, Noruega, Bélgica, Francia y Suecia alcanzan unas tasas elevadas en torno o por encima del 40%. Cifras a las que se acercan España, Reino Unido u Holanda. Por contra en Portugal, Alemania e Italia sólo en torno al 20% de los jóvenes tiene estudios universitarios. La clasificación la cierran Rumania y la República Checa con tasas que rondan el 15%.

             

                 
  

Fuera de nuestro continente podemos destacar los casos de México (16%), Australia (38%), Estados Unidos (41%) y sobre todo Canadá y Japón los dos países del mundo con mayor tasa de jóvenes universitarios, en ambos casos superan el 50%.





En el gráfico anterior podemos observar el gran salto (al menos en términos cuantitativos) que ha dado la educación terciaria en España en la última generación. En 30 años se ha pasado de un panorama en el que cursaban estudios superiores (terciarios) menos del 15% de la población al escenario actual en el que lo hace el 40% de los jóvenes (de los que aproximadamente el 80% lo hace en estudios universitarios).


Aproximadamente tres de cada cuatro jóvenes que optan por hacer estudios superiores se decanta por la Universidad


Los países de la OCDE que mayor evolución han tenido en ese sentido en los últimos 30 años son Japón (del 25% al 55%), Irlanda (del 15% al 43%) y Francia (15% al 40%).

Por contra hace 30 años en Estados Unidos ya existía una tasa de universitarios que rondaba el 40%, casi igual que la actual. Lo mismo sucede en Alemania donde la tasa de universitarios ha permanecido estable (1 de cada 5) en las últimas décadas.

Los máximos responsables políticos de los Gobiernos europeos han acordado incorporar en la Estrategia Europa 2020 dos objetivos fundamentales para los ciudadanos europeos y para el modelo económico y productivo de la UE. El primero de ellos consiste en reducir el abandono escolar a menos del 10% y el segundo, conseguir que al menos el 40% de la población de entre 30 y 34 años finalice estudios de formación superior o equivalente.

Desglose regional

Para mayor información sobre las regiones europeas o españolas con mayor número de titulados universitarios remito el lector al siguiente tweet así como al gráfico de barras que le sigue. En nuestro país el norte (con País Vasco a la cabeza) y Madrid acaparan la mayor tasa de universitarios. Por contra el sur peninsular y el levante tienen las peores estadísticas.



Desglose regional con estadísticas de titulados superiores en España


Fuentes: Elaboración propia, mileuristas.com, ieemadrid, Eurostat, OCDE

miércoles, 14 de octubre de 2009

¿Cuánto se tarda en encontrar el primer empleo y cuál es la tasa de paro de cada titulación?

Los datos han sido tomados del estudio “Empleabilidad de los Titulados de la
Universidad de Oviedo”, un exhaustivo trabajo de la Universidad de Oviedo coordinado por Joaquín Lorences Rodríguez, Catedrático de Fundamentos del Análisis Económico.

Se diseñó una encuesta en 2005 a la que respondieron más de 3.000 de los aproximadamente 5.000 estudiantes egresados repartidos entre 34 titulaciones distintas, y se les entrevistó tres años después de haber obtenido su título universitario para conocer su situación.









En la siguiente tabla puede observarse cuál es la duración de la búsqueda del primer empleo en meses (el periodo de tiempo en que el 50% de los egresados ha encontrado empleo), para cada titulación, recalcamos que los datos son del año 2005, época en que se realizó el estudio. También se indica la tasa de paro asociada a cada carrera según datos del citado estudio.



PD: A nivel nacional la mitad de los españoles entre 16 y 35 años de edad tarda más de 12 meses en encontrar su primer empleo al acabar los estudios, según la radiografía de la incorporación de los jóvenes al mercado laboral que publica el INE según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA).

Fuente: Elaboración propia, princast

martes, 13 de octubre de 2009

La religiosidad y tener pareja ayudan a evitar las depresiones en la vejez

Encontrarle sentido a la vida resulta clave para el bienestar de los ancianos

La vejez es una etapa de múltiples desafíos, como la pérdida de seres queridos o el declive de las habilidades intelectuales. Todo ello suele provocar estados de ánimo depresivos, que los ancianos deben afrontar. Un estudio de la Universidad de Arizona ha revelado que la religiosidad puede ayudar a sobrellevar esta situación, al igual que el matrimonio. Pero la verdadera clave del bienestar de los ancianos parece estar en su capacidad para seguir sintiendo que la vida tiene sentido.

Según se explica en un comunicado emitido por la Universidad de Arizona, la vejez suele estar asociada con un aumento de las depresiones, por lo que este tipo de estudios estaría encaminado a encontrar patrones que puedan contrarrestar el declive emocional de los ancianos.



El deterioro de la salud y la muerte de familiares y amigos cercanos propios de esta etapa de la vida resultan factores que, obviamente, afectan al bienestar de las personas mayores. ¿Hasta que punto pueden contrarrestarse estos efectos?

En su estudio, Law utilizó datos del Estudio Longitudinal Australiano sobre el Envejecimiento, para analizar cómo los servicios religiosos y el hecho de tener una pareja afectaba positivamente o no a los ancianos.

En general, el estudio reveló que estar casado ayuda a evitar la depresión a estas edades. En segundo lugar, la asistencia a servicios religiosos de diversa índole también parece tener un “efecto protector” contra los síntomas propios de la depresión, aunque con matices.

Según Law, es posible que una persona alcance un sentimiento de propósito o sienta que su vida tiene un sentido por ir a la iglesia y adscribirse a un sistema de creencias muy concreto.

Pero también es posible que personas que no van a la iglesia regularmente encuentren ese sentido en otros aspectos de la vida, posiblemente en una relación o en la participación en otro tipo de actividades también significativas para ellas.

Este sentido o propósito vital podría ser la clave del bienestar emocional de las personas en su vejez, por lo que deberían diseñarse intervenciones para ayudar a la gente a crear su propio propósito de vida, señaló Law, con el fin de mejorar su estado de ánimo.

A pesar de estos resultados, la autora de la investigación advierte que no puede asumirse que, simplemente, por acudir a la iglesia o estar casado se tiene un estado de ánimo mejor durante la vejez, dado que otros factores han de ser tenidos en cuenta para poder comprender mejor lo que sucede en la psicología de las personas de estas edades.

Law afirma que, por lógica, el siguiente paso sería analizar por qué existen estas relaciones entre estado de ánimo, matrimonio y asistencia a servicios religiosos. La presente investigación fue realizada con un total de 791 ancianos, de los cuales el 42.4% fueron hombres y el resto mujeres. La edad media de los participantes fue de alrededor de 75 años.

A todos ellos se les realizaron entrevistas en tres momentos distintos en un periodo de ocho años, con el fin de evaluar las progresiones en sus estados anímicos.

Los encuestados estaban casados, separados, divorciados, eran viudos o habían permanecido solteros durante toda su vida.

Sus afiliaciones religiosas fueron diversas o nulas: en el grupo estudiado había anglicanos, católicos, ortodoxos y personas no religiosas.

Además de preguntarles por su vida conyugal y por su religiosidad, a los participantes también se les pidió que valoraran su salud y el tipo de apoyo social que recibían de sus familias, de sus amigos o de otras personas de su entorno.

Fuente

lunes, 12 de octubre de 2009

La timidez

De cara a la supervivencia en ambientes diversos, una especie necesita disponer de la mayor variabilidad interna posible. En la especie humana son provechosos los individuos poco impresionables por el miedo, capaces de luchar y sufrir los cambios, pero también son necesarios los individuos que perciben con inmediatez los peligros, asustadizos y por ello proclives a protegerse y advertir a los demás.

Entre los seres humanos hay tanta diversidad como en las flores, la cual se manifiesta en distintos talentos y diferentes rasgos de personalidad.

Algunos individuos se muestran desde pequeños bastante extrovertidos, dispuestos a hablar en público y a mostrar sus talentos frente a los demás, sin que la audiencia les intimide. Existen niños que se manifiestan sin permitir que el juicio ajeno los detenga. En cambio hay otros a quienes hablar en público, contestar una pregunta frente a sus compañeros de clase o declararle su amor a la persona que ama les plantea un gran dilema.


La mayoría de la gente tímida reconoce un aumento de la ansiedad cuando se ve obligada a tratar con desconocidos, gente más importante y autorizada que nosotros y personas del sexo opuesto son los tipos humanos que con mayor facilidad nos producen timidez. Todos sin excepción experimentamos miedo y nos intimidan ciertas personas o situaciones sociales, tener cierto miedo es sencillamente ser humano, no ser tímido.

La persona introvertida tiende a retirarse y evitar estímulos ya que es muy excitable, justo al contrario, la personalidad extrovertida busca activamente estímulos ya que sus sistemas no se activan con facilidad. El tímido es muy vulnerable y se ve especialmente afectado por las emociones relacionadas con el fracaso social como el apuro o la vergüenza. Las personas tímidas hablan de si mismas muy poco y no le agrada centrar la atención de los demás, de ordinario evitan cualquier confidencia con cualquiera que no esté en la esfera de su intimidad. Ser tímido equivale a experimentar una intensa sensación de miedo en un proceso de interacción con otras personas, especialmente con las desconocidas. Las emociones vinculadas a la timidez son 3: miedo, apuro y vergüenza. Una persona tímida suele ser poco visible, trata de pasar inadvertida, está semiencerrada en si misma (inhibición). Nos podemos encontrar en situaciones novedosas como ambientes desconocidos en nuestra ciudad o en otro país, también podemos coincidir con personas poco familiares O desconocidas. Nuestra inhibición surge en ambientes nuevos y tareas nuevas.

La inhibición ante la novedad y la timidez tiende a ser una de las diferencias precoces más persistentes en el desarrollo individual humano. Un niño tímido y miedoso en los primeros años de su vida es muy probable que siga siéndolo en su madurez, la timidez de un adulto está enraizada en su primera infancia. Los niños activos son propensos a la actividad durante todo el transcurso de su desarrollo al igual que los que son tranquilos y pausados tienden a seguir siéndolo, ante desconocidos de su misma edad los niños inhibidos prefieren la soledad, miran a sus compañeros sin interactuar con ellos o se dedican a la lectura o a dibujar antes que a jugar juntos. Los niños desinhibidos interactúan y les apetece ponerse a jugar de inmediato, el niño tímido posee una sensibilidad hacia cualquier matiz que se produzca en las relaciones sociales. Cuando una persona nace predispuesta al apuro va a tener esta predisposición siempre. Se pueden aprender no obstante estrategas para reducir el apuro.

Los tímidos viven atrapados entre dos miedos: ser invisible e insignificante a los demás, y ser visibles, pero sin valor. Están demasiado centradas en sí mismas, obsesionadas con el pasado, el futuro, o ambos, y también necesitan más tiempo para lidiar con los obstáculos de la vida. La buena noticia es que las personas tímidas con el tiempo logran todo lo que todos los demás, tienen citas, se casan y tener hijos. La mala noticia es, que les lleva un poco más de tiempo que al resto.

Los niños inhibidos suelen ser tranquilos y no recurren a tantas expresiones como los niños desinhibidos, se muestran con frecuencia reacios a responder por miedo a cometer errores como lógicamente puede suceder. Un niño puede ser inhibido pero no tímido, la biología de la timidez muestra una predisposición pero no es una condena de por vida si el niño tímido encuentra un ambiente adecuado (hay 4 veces más niños tímidos que adultos).


Las personas tímidas e intensas sólo se encuentran bien en un ambiente estable y seguro, donde tienen todos sus tradicionales puntos de referencia, en ese ambiente no hay necesidad alguna de acercarse a extraños y combatir la timidez, todo resulta familiar y conocido. La timidez puede ser un problema en la adaptación de una persona a su ambiente sólo si el entorno es especialmente inestable y carece de puntos de referencia observables y fijos. Si el ambiente es estable y las personas son conocidas, los tímidos tendrán una vida social plena y satisfactoria, incluso ese rasgo puede pasar inadvertido y sólo se notara en un cambio de ambiente (trabajo, ciudad, etc). La familiaridad vence a la timidez proporcionando seguridad. Hay personas reservadas que pueden ser tranquilas, observadoras, y no particularmente sociables, sin embargo no es fácil que tengan realmente miedo a los demás y sean tímidas.

En nuestra evolución era conveniente la existencia de individuos que respondieran a las amenazas acercándose, investigando, atacando, y al mismo tiempo era conveniente que otros fueran tímidos y vigilantes. Los ambientes del pasado tenían circunstancias en las que los tímidos tenían más posibilidades de subsistir y otras en las que era más fácil que sobreviviesen individuos seguros de sí mismos y no tímidos. En un mundo organizado en tomo a la familia
y sin muchos cambios, las personas tímidas se encontrarían bien y sus vidas también, su mundo seria familiar, previsible, pacífico y tranquilo durante la mayor parte del tiempo, igualmente también era necesario algún individuo valiente y agresivo porque no faltarían amenazas.

Hay clases de inestabilidad en las que una persona tímida, reservada y cauta podría desenvolverse mejor que otros que son menos capaces de responder al cambio cuando es necesario ser cautos y no asumir riesgos. La timidez puede ser desagradable para quien la vive, pero es un patrimonio genético de la humanidad, ¿quién sino el tímido tiene una predisposición constante a prestar atención a las demás personas? , ¿quién es un agudo observador de los matices emotivos en el comportamiento de otros?, ¿quién es realmente sensible a cada situación potencialmente peligrosa?. Las personas valientes y sociables cambian, modifican y alteran la realidad, pero los tímidos son los protectores de la vida, son atentos y sensibles, a veces pueden exagerar la cautela pero raramente se equivocan al percibir el peligro. Un grupo humano compuesto únicamente por individuos muy sociables corre el riesgo de aventurarse en empresas desesperadas y aventureras.


Fuente: La timidez (Giovanna Axia), espectroautista

domingo, 11 de octubre de 2009

Sobre el trabajo y la felicidad...

El caso del gigante de las telecomunicaciones francés está conmocionando al país vecino. ¿Hasta qué punto las disfunciones y el ambiente de presión en una empresa pueden llevar a 24 personas de una misma firma a quitarse la vida en un mismo país en el plazo de año y medio? A la espera de la auditoría sobre la inquietante ola de suicidios en France Télécom que estará lista a mediados del próximo noviembre, las historias de trabajadores que se han arrojado al vacío o que se han acuchillado el vientre en plena reunión -algunos tras denunciar "la gestión por el terror" de su empresa o tras confesar su incapacidad para "afrontar otra reorganización"- han destapado la existencia de un clima social pésimo, de un malestar mareante y de una gestión organizativa dudosa en el gigante de las telecos.

Todos sabemos lo que las compañías buscan: El beneficio económico y la productividad de sus trabajadores. Pero, ¿qué buscan los trabajadores?

La infelicidad en el trabajo no es un tema menor. Muchas personas manifiestan cuando se les preguntan que son infelices en su trabajo. Las personas infelices con su vida laboral, sin embargo, abundan y el trabajo sin llegar a los casos extremos como los de France Telecom es fuente creciente de insatisfacción, estrés e incluso de problemas de salud. A finales de 2007, la empresa de búsqueda de empleo Monster.es hacía público el resultado de un sondeo realizado entre 10.500 profesionales y aseguraba que 8 de cada 10 se siente insatisfecho de una forma u otra en su trabajo.



En el trabajo todos necesitamos un equilibrio físico (que tiene que ver con las condiciones en las que se realiza -ambientales, clima laboral, condiciones laborales…) y un equilibrio mental (desarrollarlo con interés, encontrando un sentido, sintiendo que tu aportación tiene un sentido en la organización a la que perteneces). En general los más felices son quienes lo hacen por vocación, quienes se identifican con lo que hacen y son capaces de cambiar la realidad; y la vocación es un privilegio al alcance de pocos.

En general, la felicidad en el trabajo, como en la vida, es cuestión de expectativas, de lo que esperes conseguir con él. Aplicado al trabajo y haciendo una analogía con la pirámide de necesidades de Maslow, en la base de la pirámide estarían las necesidades básicas que se identificarían con el mero hecho de tener trabajo e ingresos para cubrir gastos, esto es una condición necesaria pero no suficiente. Puedes tener un buen sueldo, tener tus necesidades cubiertas, pero no ser feliz en el trabajo. Si ni siquiera tienes estas necesidades cubiertas siempre estarás con una sensación de malestar e insatisfacción. Pero cuando se sacian estos menesteres básicos, cuando estan condiciones son buenas entran en juego las necesidades motivacionales, y éstas si que son insaciables, estan en permanente evolución.

Y para saber si somos felices en el trabajo y el porqué lo somos o no lo somos, nos hacemos varias preguntas: ¿me pagan lo suficiente? ¿recibo mis ingresos en función de lo que trabajo o de lo que consigo?. A partir de ahí, entran en juego otras preocupaciones que para muchos empiezan, simplemente, ‘por sentirse querido’, a gusto con el clima laboral y la relación con sus compañeros y superiores, esto para algunas personas es fundamental. Las relaciones y el clima determinan también la felicidad en el trabajo.

Otros se plantean más cuestiones profesionales como: ¿voy hacia donde quiero ir? ¿Recibo apoyos en mi empresa para desarrollarme? ¿Estoy aprendiendo cada vez más en mi entorno laboral? ¿Se me estan presentando oportunidades de aprender cosas nuevas y hacer innovaciones en ella? ¿Aumenta el trabajo que hago en esta compañía mi valor en el mercado laboral? Y otros consideraciones de tipo más personal: ¿soporto el estrés al que me somete esta organización? ¿se me está exigiendo demasiado? ¿realmente estoy preparado para lo que se me exige? ¿Soporto a mi jefe/a? ¿Me ayuda mi jefe/a a “crecer” en mi trabajo desde el punto de vista personal y/o profesional? ¿Coincido con los valores de mi empresa y de mis compañeros? ¿Trabajando en esta empresa puedo tener el estilo de vida que quiero? ¿Procura la empresa que pueda tener también en cuenta otros aspectos de mi vida que me llenan?

La felicidad para una persona es un infierno para otra. Somos todos diferentes, y la misma cosa puede hacer a algunos felices y a otros infelices. Las expectativas que tengas en tu trabajo con las claves para encontrar la felicidad en él, aunque habrá que tener en cuenta que siempre habrá tareas aburridas, gente poco amable y días malos. Es importante elegir una actividad en la que se desarrolle lo que son las cualidades innatas de cada uno y hacerlo concentrando todos nuestros esfuerzos y recursos en ello. En los esquemas corporativos, la felicidad de los empleados debe figurar como objetivo. Esta felicidad pasa por generar el sentimiento de que la gente controla parte de los procesos en que está inmersa –de que lo que uno hace sirve para algo-, y por conjugar todos sus esfuerzos individuales y profesionales en una tarea que desarrolla sus cualidades innatas.

No es el salario lo que nos hace sentirnos mas o menos satisfechos en un trabajo, sino la percepción de justicia, es decir, el sistema de retribución de una compañía debe ser percibido por toda la plantilla como justo y sin ambigüedades. En la percepción de justicia no solo influyen las comparaciones, sino también el volúmen de trabajo del empleado, asi como sus habilidades.

Estado de flujo

El genial psicólogo de nombre impronunciable, Mihaly Csikszentmihalyi, nos presenta un descubrimiento impresionante que denomina flujo. El flujo se presenta como un estado a través del cual la persona encuentra la auténtica identificación con sus puntos fuertes y le hace avanzar en el desarrollo de su personalidad. Sin duda algo que la mayoría de la gente ha sentido alguna vez en su vida pero que nadie lo había explicado de una manera tan magistral.

En su libro Flow, el profesor Mihaly profundiza en el concepto identificando todas aquellas actividades a través de las cuales se puede conseguir el flujo. Una lectura altamente recomendable.

A través de un sencillo diagrama, Mihaly explica con gran claridad el funcionamiento de este proceso.



Imaginemos una persona que quiere empezar a jugar al tenis. En un principio las habilidades son nulas y el desafío es poder hacer lo más básico. La persona que empieza a jugar encontrará el desafío en poder sacar, poner la bola dentro del campo contrario, .... A medida que entrena, sus habilidades mejoran. Se situará así en un estado de flujo A1. Pero a medida que la persona avanza y mejoran sus habilidades, manteniendo su retos constantes, pronto alcanzará el nivel A2, en ese punto se está fuera del canal de flujo y si nada cambia comenzará el aburrimiento. Si en ese momento escoge un contrincante de nivel superior al suyo el desafío aumenta y pasa del punto A2 al A3. En el punto A3 se sitúa en una situación de ansiedad que no podría ser duradera en el tiempo ya que en ella tampoco disfruta. Si continúa entrenando y mejorando sus habilidades para poder afrontar ese desafío, pronto pasará al nivel A4. De esta manera se vuelve a situar en el canal de flujo. Y así continuamente .... La persona siempre busca el canal de flujo ya que es sólo en este punto donde sus habilidades son adecuadas a sus desafíos y por lo tanto en el único sitio donde la persona disfruta.

Ahora traslademos todos estos conceptos al trabajo. Pensemos en ejemplos de personas que se aburren en su trabajo o en aquellas que por el contrario se ven sobrepasadas por la exigencia del mismo. Ambas situaciones indican que estamos lejos de hacer que el profesional disfrute de su trabajo y de lo mejor de sí mismo. Conseguir un adecuado equilibrio entre el nivel de desafío y habilidades es donde reside la maximización del potencial de cada persona.


Fuentes: Elaboración propia, bitacorarh, granadablogs.com