sábado, 28 de noviembre de 2009

El ser humano sujeto a las leyes de la evolución: ¿En qué nos convertiremos?

Darwin dedicó su vida a estudiar el mundo natural y comprender sus reglas. Presentó una visión genial de la naturaleza, en la que la selección natural viene operando desde el comienzo mismo de la vida, creando como resultado una maravillosa diversidad de seres vivos. Nosotros pertenecemos al mundo natural y somos una especie más, sujeta a las leyes evolutivas. ¿En que se convertirá el Homo sapiens?

Aunque con el paso del tiempo los avances en la medicina han mejorado el nivel de vida de los seres humanos, nuestra especie sigue sometida a las fuerzas de la selección natural, aseguran los científicos.



Investigadores de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, han analizado los efectos de la selección natural en dos generaciones de mujeres contemporáneas y han podido predecir gracias a dicho análisis que, por ejemplo, las hijas y las nietas de estas mujeres serán ligeramente más bajas y empezarán a tener hijos algo más pronto que ellas.

Según explica uno de los autores de la investigación, el científico Stephen C. Stearns, en un comunicado emitido por la Universidad de Yale, la idea de que la selección natural ha dejado de funcionar en los humanos ya que, gracias a los avances médicos, los más débiles, individuos que habrían muerto sin remedio si sólo dependieran de la selección natural, también sobreviven y pueden transmitir sus genes (al menos, en las sociedades occidentales), es completamente falsa.

Peter Ward, un biólogo y paleontólogo de la Universidad de Washington que ha dirigido uno de los grupos de astrobiología de la NASA, asegura en un espléndido artículo para la revista Scientific American que , al contrario de lo que la gente cree, "el ser humano continúa evolucionando".

Cita un estudio que sugiere que aproximadamente un 7 por ciento de los genes humanos ha sufrido cambios importantes que se han reflejado en adaptaciones distintas en diversas poblaciones. Por ejemplo, muy pocos adultos en China o en Africa pueden digerir la leche de vaca, justo lo contrario que en muchas poblaciones europeas, como en Suecia o Dinamarca, donde tomar leche a diario es algo habitual. Una adaptación derivada de tener vacas disponibles que den siempre leche.

Es un detalle, pero hay más. En nuestro genoma humano, hay 300 variaciones genéticas que han sido sometidas a la selección natural, y que explican, por ejemplo, porqué ciertas poblaciones africanas son más resistentes a enfermedades como las fiebres ocasionadas por el virus de Lassa.

Los cambios de pigmentación observados en algunas poblaciones asiáticas, el desarrollo de vello, o la piel más clara en las poblaciones del norte de Europa, son otros ejemplos. Hay quien dice que nuestra "velocidad de evolución" se ha incrementado hasta 100 veces en los últimos 10.000 años, dos antropólogos de la Universidad de Utah, en Estados Unidos, en un libro titulado The 10.000 Year Explosion, afirman que hace 10.000 años la evolución humana se aceleró y que este ritmo evolutivo en lugar de ralentizarse es cada vez más rápido. Por esta razón, desde entonces hemos cambiado más en cuerpo y mente de lo que nunca antes se había constatado.

Más ejemplos

Hace menos de 3.000 años se produjo entre los habitantes del Tíbet la que se considera la mutación genética más reciente entre los seres humanos. En aquella época un conjunto de genes de los habitantes de la región evolucionaron para bregar con los bajos niveles de oxígeno de la meseta, según hallaron el mes pasado los investigadores de del Instituto de Genética de Pekín. La evolución del gen de los tibetanos pone en jaque la teoría, asumida por una parte de la comunidad científica, de que la evolución se detuvo en un pasado remoto, cuando los habitantes aprendieron a protegerse del frío y el hambre.

Otro ejemplo de evolución reciente también remite a China. Hace 10.000 años los habitantes de la china meridional empezaron a cultivar arroz y descubrieron que el cereal podía ser fermentado para obtener bebidas alcohólicas. El alcoholismo debió de convertirse en una seria amenaza para la supervivencia del grupo, porque una variante del gen que protege del alcohol se extendió entre toda la población del sur de China, extendiéndose por el resto del país a medida que lo hacía el cultivo de arroz.

Se calcula que aproximadamente entre un 13 y un 23% de los genes que componen el genoma humano (unos 4.243) son debidos a la selección natural. Estos genes están implicados en procesos biológicos como la dieta, el color de la piel o el sentido del olfato. Por ejemplo, en el caso del color de la piel, entran en juego 25 genes vinculados a la selección natural. El llamado “gen dorado” que da a los blancos su característico color de piel se desarrolló para permitir que la piel pudiera sintetizar la vitamina D. El “gen dorado” puede encontrarse en el 98% de los europeos pero es extremadamente inusual entre los habitantes del lejano oriente o entre los subsaharianos.

Las investigaciones que se llevan a cabo sobre poblaciones actuales muestran que las mayores variaciones “vivas” genéticas se dan en poblaciones de esquimales, que habitan regiones pobladas hace relativamente poco tiempo, y las menores se dan en zonas tropicales, que, no por casualidad, es donde tuvo su origen la especie humana.

Puntos de vista los hay, y diversos. Por ejemplo, ¿hay más proporción de gente inteligente que antes? O por el contrario, ¿nos hacemos cada vez menos inteligentes? Algunos creen que sí.

Citan, por ejemplo, el hecho de que las personas que dedican su vida al conocimiento, bien en una carrera de ciencias o de humanidades, en definitiva, el mundo universitario y el doctorado, suelen tener menos descendencia que aquellas que no reciben una educación superior, y que por tanto, a la larga, habrá menos gente "inteligente".

Es un punto de vista bastante simplista, por cuanto la inteligencia parece estar codificada por muchos genes, y sobre todo, porque no tiene un alto factor de heredabilidad: es decir, no se transmite a los hijos con la misma facilidad que características tales como el color de ojos o la altura.

Fuentes: tendencias21.net, elconomista.es

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