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Uno de los grandes misterios que los hombres generalmente no entienden o no quieren entender es el supuesto atractivo que sienten muchas mujeres por ciertos hombres famosos, léase actores, músicos de rock, etc. De hecho en la vida cotidiana se suele escuchar la frase esa de: “es que no sé qué diablos ven las mujeres de atractivo en ese hombre”.
Las hembras de los pinzones o de las codornices tienden a emparejarse con machos que se parezcan a los machos con los que otras hembras se han emparejado. Este sistema de copiar el novio de la otra puede resultar beneficioso. No es fácil encontrar el mejor macho para emparejarse, y se necesita tiempo y energía para distinguirlo, por tanto tiene sentido ir a por aquello que las otras encontraron que supuestamente ya funciona.
Aunque la selección de pareja en los humanos tiene las mismas dificultades, hasta ahora había pocas evidencias experimentales de que también se siguiera el mismo tipo de estrategia.
Ben Jones y sus colaboradores de University of Aberdeen en Escocia realizaron un experimento en el que se mostraba a 28 hombres y 28 mujeres parejas de caras masculinas y se preguntaba a los participantes sobre su atractivo. Las fotos habían sido previamente calificadas por 40 mujeres como de igual atractivo.
Entonces los investigadores insertaron junto a cada par una tercera foto correspondiente a un rostro femenino de lado que miraba a una de las fotos masculina y que podía estar sonriendo o no. Posteriormente, y una vez mostradas a los participantes del estudio, se solicitó que éstos puntuaran las caras en función de su atractivo.
Las mujeres encontraron que los hombres que eran “sonreídos” por el rostro femenino eran más atractivos, mientras que los que no eran “sonreídos” por la chica eran menos atractivos.
Los voluntarios hombres se comportaban de diferente manera. Los rostros de hombres presentes en las fotos y que tenía la sonrisa femenina a su lado eran considerados menos atractivos. Esto se debería a que la competencia sexual produciría actitudes negativas hacia los hombres que puedan ser posibles blancos de interés por parte de las mujeres.
Parece que al fin y al cabo no estamos tan lejos de nuestros remotos antepasados y nuestros instintos animales todavía están ahí. Aunque ya podemos responder a la pregunta del principio: el secreto de su éxito es precisamente su éxito.
Proceedings of the Royal Society B (DOI: 10.1098/rspb.2006.0205)
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NeoFronteras
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