domingo, 18 de abril de 2010

La pendiente resbaladiza de la maldad

¿Sabemos de qué seríamos capaces en una situación extrema a la que nunca nos hubiéramos enfrentado? ¿Somos realmente quienes creemos que somos?.

Philip Zimbardo, es psicólogo de la Universidad de Stanford y autor del famoso y macabro experimento de la prisión de Stanford, realizado en los años 70 para estudiar la reacción de unas cuantas personas recluidas en un lugar hostil y sometidas a duras circunstancias.



¿Qué sucede cuando se pone a personas buenas en un sitio malo? ¿La humanidad gana al mal, o el mal triunfa?. El experimento de la cárcel de Stanford es un conocido estudio psicológico de la respuesta humana a la cautividad, en particular a las circunstancias reales de la vida en prisión y los efectos de los roles sociales impuestos en la conducta. Se reclutaron voluntarios que desempeñarían los roles de guardias y prisioneros en una prisión ficticia.

Los participantes fueron reclutados por medio de anuncios en los diarios y la oferta de una paga de 15 dólares diarios (en 2010 corresponderían a 80 euros diarios) por participar en la “simulación de una prisión”. De los 70 que respondieron al anuncio, Zimbardo y su equipo seleccionaron a los 24 que estimaron más saludables y estables psicológicamente. Los participantes eran predominantemente blancos, jóvenes y de clase media. Todos eran estudiantes universitarios.





La “cárcel de Stanford” estaba custodiada por un grupo de voluntarios a los que se les había uniformado, provisto de porras y gafas oscuras, con la intención de que no se les viera los ojos.

La mayoría de estos “policías” habían sido escogidos por sus tendencias pacifistas. Muchos de ellos pertenecían a movimientos hippies que por aquellos tiempos tenían como consigna y modo de vida el “haz el amor y no la guerra”.

Se les dio una serie de consignas de cómo debían tratar a los presos y la autoridad que debían ejercer sobre estos. Entre ellas estaba la de desnudarlos, burlarse de ellos, hacerlos sentir vejados… y se lo tomaron tan al pie de la letra que muchos llegaron a practicar una autentica y desproporcionada violencia psicológica.

A los reclusos se les roció con un espray antiparásitos, se les cortó el pelo y se les vistió con sacos, desprovistos de ropa interior. También se les obligó a llevar como gorro una media de mujer y sus tobillos arrastraban una pesada cadena. Con todo esto querían acelerar el proceso de hacerlos sentir humillados y que verdaderamente eran presos. Las celdas estaban provistas de una serie de micrófonos y cámaras ocultas por las que espiaban todo lo que los encarcelados hacían y decían entre ellos.

Zimbardo, con su experimento se proponía demostrar que cualquier persona a la que se le da una serie de instrucciones y se le expone a una situación límite es capaz de traspasar la línea que separa el bien del mal.

El segundo día se originaron los primeros problemas importantes. Algunos reclusos se quitaron los gorros y arrancaron los números identificativos que llevaban cosidos en el saco que utilizaban como vestido. Se sentían humillados y vejados por el trato desproporcionado que estaban recibiendo por parte de los carceleros.

Estos por su parte, cada vez se tomaban más en serio el papel que les había tocado representar, olvidándose de que se trataba de eso… de una representación.

Un grupo de presos organizaron un motín y fueron reprimidos de forma contundente, aislando a aquellos que encabezaron la rebelión y ofreciéndoles al resto pequeñas “recompensas” si obedecían a las autoridades y no se sumaban a la insumisión.

Los días iban pasando y algunos prisioneros empezaron a mostrar desórdenes emocionales agudos.

El experimento no pudo ser acabado. El 20 de agosto, seis días después de ponerse en marcha, tuvo que ser interrumpido después de que Christina Maslach, una doctora de la universidad y no familiarizada con el estudio que se estaba llevando a cabo, accedió a la “cárcel de Stanford” para realizar unas entrevistas tanto a los guardias como a los presos y dio cuenta de las pésimas condiciones en las que se hallaban. Escandalizada pidió que se diese por concluido el experimento.

La cincuentena de personas que habían estado observando todo el estudio desde fuera, a lo largo de aquellos días, se habían vuelto inmunes a todas las imágenes y comportamientos que se desarrollaban en el interior, viendo como “normal” lo que allí había estado sucediendo. La única que puso la voz de alarma fue la doctora Maslach. En ese momento, el profesor Zimbardo decidió dar por finalizado uno de los estudios que más controversia ha levantado: “el experimento de la cárcel de Stanford”.


El problema de fondo que plantean los experimentos de Zimbardo es “la banalidad del mal”.  Cómo personas normales pueden ser  manipuladas por sistemas de poder, capaces de influir de forma insospechada en las creencias y comportamientos de los individuos mediante la creación de las condiciones situacionales adecuadas, que les permitan cometer las mayores atrocidades imaginables sin atisbo alguno de culpa o remordimiento. El experimento nos deja como  mal y el daño no son necesariamente fruto de acciones de personas malvadas, sino el resultado generado por buenos burócratas que obedecen órdenes sin plantearse las consecuencias morales y sin ser conscientes del mal que se puede hacer.

En palabras de Zimbardo: “conocemos los métodos usados por la maquinaria propagandística de Hitler para transformar a vecinos, compañeros de trabajo e incluso amigos judíos en enemigos despreciables del Estado merecedores de la solución final”. Así se consigue la sumisión de los millones de personas que hicieron posible el Tercer Reich, solo por mencionar una de las múltiples aberraciones contra la humanidad que ha cometido el ser humano en el siglo XX.

¿Cómo es posible que un ser humano sea capaz de renunciar por completo a su humanidad en aras de una ideología irreflexiva que le lleva a cumplir órdenes impuestas por una autoridad que le anima a destruir a todo aquel que es etiquetado como enemigo?


1 comentario:

  1. nos encanta tu sonrisa guapo!! soñamos contigo todas las noches!nos tienes loquitas!!UN BESAZO DONDE QUIERAS!!

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