domingo, 13 de septiembre de 2009

¿Por qué la evolución no eliminó la depresión?

A lo largo de la evolución de los homínidos se ha producido un proceso de selección natural en todos los atributos de nuestra especie. Se han mantenido o desarrollado aquellos que eran adaptativos y se han eliminado aquellos que no lo eran. Esto se puede aplicar también a la psique humana. Muchos investigadores, partiendo de la premisa anterior, se han preguntado como un proceso como la depresión, que es negativo para aquellas personas que lo padecen, no ha desaparecido a lo largo de nuestra evolución como especie.



Sin embargo los resultados de algunas investigaciones nos hacen pensar que quizás la depresión sea inclusive hasta un mecanismo adaptativo. En la revista Scientific American se puede encontrar un artículo firmado por Paul W. Andrews y Thomson J. Anderson en el cual ambos autores defienden que la depresión aporta beneficios a aquellas personas que los padecen.

La explicación de estos dos autores nos lleva a campo de la química compleja y han descubierto que aquellas personas que se encuentran en un proceso depresivo son capaces de realizar procesos analíticos mejores que aquellas personas que no tienen depresión.

Otro autor, como el antropólogo de la Universidad de Cornell Meredith Small, también propuso en un artículo de Live Science el significado evolutivo que tiene la depresión. La tristeza, según este antropólogo, sería exclusiva de aquellos animales que tienen cerebros grandes, como es el caso del ser humano. Los estados de ánimo negativos le sirven al ser humano, aunque pueda parecer lo contrario, a sobrevivir y es un rasgo necesario para la vida en grupo.

A simple vista, la depresión dista de ser benéfica: provoca que el paciente considere el suicidio o que tenga un interés menor en el sexo, actitudes que desalientan la supervivencia de la especie. Sin embargo, la depresión podría servir para incrementar ciertas habilidades mentales. Dado que la tristeza enfoca la atención del cerebro en el conflicto, podría servir para equipar mejor al individuo en la toma de decisiones acertadas. Muchos estudios han señalado un incremento en la actividad cerebral durante la depresión en la corteza prefrontal ventrolateral, un área encargada de la atención de la persona. Una de las hipótesis es que la alta actividad en esta zona conlleva a la meditación, permitiendo al cerebro mantenerse enfocado en su problema.

Joe Forgas, un psicólogo social de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia, ha demostrado en experimentos que los estados de ánimo negativos llevan a mejores decisiones en situaciones complejas. En uno de sus experimentos, Forgas ha encontrado que los sujetos melancólicos son mejores juzgando la exactitud de los rumores y recordando eventos pasados.

Si estamos tristes nos encontramos en condiciones óptimas para realizar balances, de evaluar qué hemos hecho bien y en qué hemos fallado, algo que, por un lado, hacen los individuos mejor adaptados, y por el otro, resulta casi imposible para las personas felices.

Ya en 1873, en su libro La comunicación de las emociones en los animales y en el hombre, Darwin advertía que los sentimientos juegan un papel importante en la evolución, “y si han sobrevivido a los avatares evolutivos, quizá ofrezcan una ventaja de supervivencia”, suele decir el psicólogo Joe Forgas, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, al señalar la necesidad de ahondar en el tema.

El engaño de creer que todo está bien

La tristeza funciona como el dolor que produce una piedra en el zapato, nos avisa de algo que está mal; si ignoramos esa alerta y no hacemos nada al respecto, el pie puede lastimarse, herirse y conducir a una situación incapacitante. A esto se le llama hacer balances, a evaluar la situación actual y tomar medidas para mejorarla, algo que no hace una persona feliz.

Sin embargo, no todos coinciden con esta explicación. Ed Hagen, un antropólogo de la Universidad Estatal de Washington considera que aunque la hipótesis de la meditación analítica le convence en ciertos aspectos, no alcanza a explicar de fondo qué causa la depresión. “Individuos con depresiones profundas a menudo no se asean, bañan o incluso no usan el inodoro”, comenta Hagen. Para el antropólogo, el detrimento físico y reproductivo causado por una depresión profunda es un costo muy alto por “mayor tiempo para pensar”.

¿Podría ser que la depresión tenga consecuencias positivas para la creatividad? En una encuesta de la neurocientífica Nancy Andreasen, 30 integrantes de un taller de escritura en Iowa fueron entrevistados sobre su historia mental. 80% de los escritores fueron diagnosticados con algún tipo de depresión. Otro estudio biográfico sobre artistas y escritores británicos, realizado por el profesor Kay Redfield Jamison de la Universidad Johns Hopkins, arrojó que los individuos existosos son ocho veces más propensos que la población general a sufrir de depresiones profundas. Parece que la figura del artista melancólico no es únicamente un estereotipo social.


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